(Orihuela, 1 febrero 1935)

Amigo Federico:

Aún estoy esperando tu carta, aún no se me agotó la vena de la esperanza: todos los días bajo de la sierra en busca de ella que no llega. Te escribo en una situación penosísima: parado, ni pastor siquiera, con novia que no se conforma viéndome así, madre, padre, hermanas que tampoco, por nuestra pobreza. Y yo menos. Y no encuentro trabajo, y cada bocado que como es vigilado con el rabillo del ojo por todos, que me quieren a regañadientes. No sé, pero si sigo así un mes más me iré Dios sabe adónde en busca de ganado y un mendrugo. Quiero que me digas, Federico amigo, algo, ¿no se estrena «El torero valiente»? Bueno, hombre. Será que no vale la pena, hice esa tragedia por aliviar la mía. Dime, en cambio, que has visto algún amigo tuyo político influyente como me ofreciste, que has hallado algún rincón a mi medida. Moléstate un poco más por mí, hazme el favor. No te escribo más: ésta es mi última carta; en ella me lo juego todo. No me queda más dinero para sellos. Escribí a Neruda, que me escribió, y espero carta suya. No sé si es que no ha recibido la mía última, porque se la entregué a Cruz y Raya. Pregúntaselo.
Sé que piensas ocuparte de la soltera eterna, eterna virgo española; ¡cuántas trato y veo aquí y qué trágicas! Una de ellas me ha dicho hace poco que no se casó en sus tiempos porque cuando se le arrimaba un hombre lo abofeteaba y lo insultaba. Quisiera tener, Federico, un miembro de orinar para cada una de estas mujeres que se malogran y consumen como velas dentro de las rejas y los templos con los ojos y la boca amargos de deseos. Es un tema digno de tu misericordia de poeta inmenso.
Espero tu carta, Federico. ¿No lo has hecho por tu «Yerma»? Bueno. Hazlo ya. Si para ti significa nada mi amistad, para mí mucho la tuya.
Te abraza,

Miguel, tu amigo.

Orihuela, a 1 de febrero de 1935.

¿Quieres leer esos versos? Son del libro que preparo para dentro de poco. Gracias por todo, Federico.- M.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.