Orihuela, 19 de septiembre de 1939

Querido Cossío:

Desde ayer en Cox, no me queda otro remedio que recurrir inmediatamente a nuestra vieja amistad y a sus no muy viejas proposiciones de resolución de la situación mía libre de aquella carga que pesaba sobre mí en Madrid, ahora me encuentro atado a la vida de mi libertad frente a mi indefensa familia. Como no me encuentro bien de salud, ya que mi cabeza se resiste a mejorar, no me será posible dedicarme a un trabajo como el que hacía en Espasa-Calpe a su lado. Pienso en su tierra de Tudanca, y estoy dispuesto a trabajar en ella, a pastorear sus vacas, a lo que sea un trabajo manual, con tal de sacar mi familia, numerosa y necesitada, adelante. Si puede enviarme algún anticipo, o como quiera llamarle, por mi futuro trabajo en su tierra, hágalo sin demora, porque el hambre apremia, y me he encontrado a mi familia bastante agotada de salud y de recursos. No he podido aclarar con Llosent en Madrid de dónde ha provenido el favor de reintegrarme a mi familia. Si me puede orientar, aunque presumo que hay algo de parte de su interés, dígame para agradecérselo más todo su interés vigilante por mí. 
Escribo en casa de Sijé, sobre la máquina con que copió nuestro querido muerto su ensayo sobre el romanticismo. Sus padres y su hermano quisieran, como yo, ver publicado ese gran estudio de nuestros poetas clásicos y románticos en estos días en que hace tanta falta encaminar hacia la letra más noble de la poesía a nuestra juventud. Escríbame en cuanto pueda a Cox, Santa Teresa, 15, y dígame algo sobre todo esto. Espero su contestación contando los días. Hasta siempre, el fuerte abrazo de siempre de su compañero de trabajo y de corazón.

Miguel.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.