(Orihuela, 10 junio 1933)

Leí su tarjeta, amigo Guerrero. ¿No ha leído en La Verdad mi otra elegía de nuestro Gabriel Miró, que le dedico a su amigo Juan Ramón Jiménez?
¿No podría lograr para mí de ese Ayuntamiento, de esa Diputación, una subvención, una colocación para mí, descolocado y pobre?
Creo merecer trabajar –aquí no hallo trabajo-, al menos para dejar de vivir en este desconcierto y sorda vida, humilde y humillado.
Perdóneme que un día que le conozco, aunque para siempre, le haya pedido, le pido, el alcance de un favor poético y político.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.