(Madrid, 17 de marzo 1932)


A TI, RAMÓN SIJÉ

Amigo, cuando pienso en tu lejana

figura, te recuerdo en tu balcón,

con un lado de faz en la mañana

y otro en la habitación.

Tu mirada magnífica y caliente

(de tan caliente parece que quema)

desciende sobre un libro. Espesamente

suena tu voz recitando un poema.

Tu tez atardecida, lo está más

bajo el sol que se vuelca en ti con brío,

y, como de ella misma, por detrás

de la frente, te brota, el río.

Felicidades. Y que la blanca vara de flores de tu primaveral santo acaricie tu frente de caoba pulida.

Espero con impaciencia que me digas que ya has enviado el pliego a Alicante. Son desesperantes estos días que pasan inútilmente. También aguardo dinero. He tenido que pedir a nuestros amigos Bellod y Pescador para el tranvía de algunos días; pero para Morante (que espera con ansia) necesito de ahí. De mi casa aún no sé nada. He visto de nuevo a Caballero; ha leído tu carta y me ha dado las gracias por el artículo que piensas dedicarle. Cree que me ha emocionado la lectura de tu carta. Has leído a Wilde, amado tanto por ti que conoces casi toda su obra y por mí que apenas lo conozco.

A mí me han dejado Pescador y Bellod un puñado de libros de los que llevo leído: Una noche en el Luxemburgo, de Gourmont; varios de Andreief; Un corazón virginal, también de Rémy; y el segundo tomo de El espectador, de Ortega y Gasset. Un libro precioso, comprende todo él un tema sobre el amor (para ti hoy de dloble interés) y un magnífico estudio sobre Azorín. ¿Te lo mandamos? No he podido oír a García Lorca. No leas hasta las tantas de la noche que ya ves cómo te perjudica. Te repito: espero con impaciencia noticias tuyas y la de que has mandado el pliego y de lo otro, ¡maldito!…

(Que lea esto Fenoll.)

Carlos: ¿Te acuerdas de la niña aquella que vi la última tarde de mi estancia en Orihuela? Pienso en ella a todas horas. No te rías. Aunque te parezca abusurdo estoy como tú… Haz el favor de darle (lo más discretamente que puedas y a solas si es posible) ese sobrecito.

Decidme si hay procesiones. Aquí ni se notará que es Semana de Pasión. Ved a mi madre y preguntadle por qué no recibo carta suya. Saludad a todos los amigos.

Miguel

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.