Madrid, 18 de marzo 1940

Mis queridos padres y hermanos:

Felices Pascuas. Yo las pasaré muy bien, porque recibo bastante comida de los amigos y porque tendré las monas que me ha mandado Josefina. Seguramente las pasaréis vosotros peor que yo, y mi deseo es que no penséis con tristeza en mi situación, porque no se explicaría estando tan bien como estoy. En medio de todo lo malo, me persigue la buena suerte, y esto me da ánimo y me alegra incluso. Al fin saldré con mi empeño a flote, porque como cabezón que soy no puede ser de otra manera. Muchas veces he pensado qué razón tenías para llamarme cabezón de pequeño, madre. Es lo justo. Porque todo aquello que me empeño en conseguir, o lo consigo… o termino en la cárcel como ahora. Todo pasa. Y al fin pasaré con mi cabeza adelante. Que os divirtáis mucho por mí, como yo pienso divertirme por vosotros aquí mismo estas Pascuas. Que no perdáis la salud, os lo aconsejo muy en serio. Que os acordéis de mí y que a todos los amigos deis abrazos, especialmente en casa de Pepito. También para la tía Antonia y demás tíos. Vosotros recibir muchos besos y abrazos de vuestro hijo y hermano que no os olvida.

Miguel.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.