Albacete, 26 de junio de 1941

Querida Elvira:

Sabrás me encuentro en Albacete desde anoche, de paso para Alicante. Las noticias que tengo de salida de aquí son muy confusas. Unos me dicen que es posible salga pronto de expedición. Otros me dicen que todavía permaneceré aquí un par de semanas. Todo depende, según deduzco, de que la guardia civil considere que hay un grupo lo suficientemente nutrido que vaya a un mismo punto. De todas formas, avisa a Josefina, aunque creo ya estará avisada desde Madrid para que se desplace a tu casa. Presumo que ya estará ahí. Y por esto te escribo, además de que me interesa que tú también lo sepas para que me lleves a mis sobrinos a besarlos. Si puedo, te pondré un telegrama en el momento de salir hacia allá. Pero es cuestión de frecuentar la estación alicantina tú y Josefina y de montar una vigilancia constante, si es posible desde ahora. Os habrá extrañado tanto a Josefina como a vosotros las noticias tan contradictorias que os he dado referentes a mi traslado. Después de comunicarme que iba a Valencia, supe que una gestión última de Vergara hizo posible lo que deseamos, estar cerca y en Alicante. Ya os contaré todo detenidamente. Giradme unas cuantas pesetas por si permaneciera algún tiempo aquí.
Recibe un fuerte abrazo, y otro para Paco y los niños de tu hermano.

MIGUEL.

¿Estás o no estás ahí con Elvira y Paco, Josefina? Presumo que sí, porque hasta ayer que estuve residiendo en Ocaña no me llegó tu carta semanal y esto me da indicio de que, atenta a las instrucciones que te di en una mía, te decidiste por fin a hacerte alicantina. Se me ha pasado el cabreamiento general que me puso la noticia de que me desviaban de destino yendo a parar a San Miguel de los Reyes. Parece que voy destinado a la Provincial y no al Reformatorio. Creo que será mucho mejor para el caso de las visitas y demás. Y mi niño, ¿pregunta cuándo llego? Se me van a hacer más largos estos días de espera que todos los días de mi vida, a pesar de que procuro no impacientarme y hasta duermo de un tirón como siempre. Preparadme ropa limpia y unos pantalones más frescos que estos de pana que llevo. Y tú, nena, procura estar más hermosa de los que eres. Eso lo conseguirás no impacientándote tampoco y poniéndote a quererme mas que hasta aquí. Bueno, desea como yo que me saquen pronto de aquí, a ver si tu deseo hace fuerza y lo consigue. Da a ese niño un montón de besos y tú recibe mi cariño y todo lo demás de tu

MIGUEL.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.