29 de abril de 1941

¿Qué hay, Vicente? Sí, sí me ha llegado tu paquete y lo de Víctor, todo junto. No creo que haya faltado nada por la relación que me dabas de las cosas y las dos cajas de mermelada, chocolate y pan de higo de vuestro escultor sagrado han sido una sorpresa, porque desde hace año y medio no sabía nada de él. El pan, si realmente te sienta mal mándamelo, que a mí no me sientan mal no las cortezas de habas no los nabos, el pan es de lo más valioso aquí. Los días en que reglamentariamente está permitido recibir comida son los 2, 10, 17 y 25 de cada mes. Por otro ordinario que no sea Trigo, también está permitido recibir los demás días, ya que, por excepción y por no sé qué causa, se ha prohibido a éste la entrega de paquetes de las fechas que corresponden a cada sala. Para enviar embalajes y gastos de tela, sería conveniente enviar un talego que devolvería en el mismo ordinario. El único inconveniente que sufren las conservas es el de ser revisadas en el economato y no se entregan cuando llegan. Desde luego enviad aquello que sea de menor costo. Mi niño está hermoso: lo sé muy bien por una foto que tengo de hace tres meses. La que tú tienes es de cuando sólo contaba catorce meses. Dice Josefina que se parece a mí cada día que pasa. Ya correrás con él algún día. Es lo que me digo a mí también.
Es una auténtica burocracia, por no llamarle más, esa rutina de habilitado. Apremiadle a que reproduzca la instancia y que se deje de retóricas covachuelistas. A ver si es posible que esas niñas cobren lo que tanto precisan. Puedes enviar sellos: recibí los de Carlos. Cuando se conoce un amigo de verdad qué difícil es olvidarlo, aunque se quiera. Ahora ya sabes que Josefina también te tiene afecto, y estoy seguro de que a La persona que ella quiere o no quiere, no sabe negar su buena o mala voluntad. Abrazos para Carlos, Víctor, Muñoz Rojas. Ya hablaremos, Vicente, ya hablaremos. Te abraza fuerte también

MIGUEL.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.