(Orihuela, 7 de junio 1933)

Sr. Alcalde de Orihuela.

Muy señor mío:

Hace más de un año, siendo alcalde Lucas Parra se acordó asignarme una pensión –no recuerdo si era de diez o doce duros al mes- con el objeto de ayudarme a perfeccionar mis cualidades de poeta que soy. Y por motivos de verdad tristes, no llegó a mis manos nada más que un mes.
Por entonces hacía no mucho que había dejado de ir de pastor, oficio en el que estaba trabajando neciamente desde mi mejor edad, y que había partido a Madrid con un poco dinero de mi trabajo y mis padres, ya que es en Madrid donde sólo puede haber ambiente propicio a las cosas de cultura.
Por falta de dinero, por reclamaciones de la huéspeda, por no haber podido cumplir la hija culta de don Alvaro Albornoz la promesa que me hizo de lograr para mí una subvención de la Diputación alicantina, tuve que reintegrarme a esta Orihuela nuestra que si quiero, veo tan incomprensiva y hostil contra mí.
Y aquí desde el estío pasado forjando poemas y buscando trabajo, un trabajo más digno que el de pastor que creo merecer en esta República de trabajadores, he pasado todo el tiempo que ha sido desde entonces hasta ahora.
Con mis poemas he logrado un libro que me ha valido algunos elogios, no pocas vergüenzas, y demasiada incomprensión, y trabajo ahora solo en casa del señor Quildez, notario. He logrado trabajar un mes escaso, y debido nada más a la amabilidad de este señor al que le sobra personal en su oficina.
Y mis padres son pobres. ¿Comprende Vd.? Y yo tengo derecho, como artista y trabajador, a pedir a Vd. un trabajo hasta que no halle «colocación» mi poesía, o una pensión hasta que no halle trabajo.
Confiando en que se tomarán para diligenciar cuanto antes una u otra cosa, y agradecido con anterioridad, se despide, y le saluda con respeto.

Miguel Hernández Giner.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.