La respuesta argentina se caracterizó por el fortalecimiento del sistema de salud y la rápida adopción de medidas tendientes a reducir la circulación de personas y, así, disminuir la circulación del virus. Estas medidas habrían sido de imposible cumplimiento sin la participación activa de la población, factor esencial en la estrategia de contención de la pandemia. Este enorme esfuerzo, que impacta en actividades económicas y laborales, en aspectos afectivos vinculados a las relaciones familiares y sociales, la educación y el esparcimiento, entre tantas otras situaciones, nos ha generado a todos una sensación de agobio y fatiga que –a veces– nos lleva a actitudes y prácticas que nos ponen en riesgo a cada uno de nosotros y, en consecuencia, a nuestros familiares, compañeros de trabajo y a otros miembros de la sociedad.

Hoy más que nunca tenemos la oportunidad y la necesidad de incidir en la evolución de la pandemia. Si consultamos precozmente en caso de presentar síntomas, reducimos nuestras salidas no indispensables, mantenemos los 2 metros de distanciamiento físico, usamos correctamente la mascarilla tapa nariz-boca-mentón, nos lavamos periódicamente las manos, ventilamos los ambientes, evitamos encuentros con personas con las que no convivimos (particularmente en lugares cerrados), protegemos a nuestros adultos mayores y recordamos nuestros contactos para poder avisarles o que nos avisen en caso de que debamos aislarnos, estamos ayudando a reducir la propagación del virus.

Pero la responsabilidad individual no alcanza para enfrentar este desafío sin precedentes. Las autoridades nacionales, provinciales y municipales tienen la responsabilidad indelegable de actuar en sus respectivas jurisdicciones. El mapa del país muestra un mosaico heterogéneo con regiones que han logrado una curva amesetada (aunque aún demasiado alta), otras con brotes por conglomerados, regiones sin circulación viral en el momento actual y varias con importante circulación comunitaria. Algunas regiones del país están viviendo situaciones de tensión en el sistema sanitario, agravadas por el desgaste del equipo de salud, el que sigue respondiendo con alto nivel de profesionalidad y compromiso.

Hacemos un llamado a las autoridades a tomar las medidas necesarias de bloqueo sanitario a nivel barrial, departamental o provincial, según la gravedad de la situación en sus respectivas jurisdicciones, sin demora. Los aislamientos intermitentes posibilitarían ir abriendo y cerrando zonas de acuerdo a la situación epidemiológica. Estas medidas deben ir acompañadas por un uso racional de los testeos, ampliando su número y destinándolos a la vigilancia epidemiológica activa, implementando los diagnósticos por cuadro clínico en las zonas de alta circulación comunitaria y en contactos estrechos con síntomas de COVID-19 de casos confirmados. Los casos sospechosos y sus contactos estrechos deben ser identificados, aislados y seguidos con la máxima premura. A tal efecto es necesario fortalecer (o constituir) equipos de rastreo que hagan un seguimiento diario de los casos y sus contactos.

El alto índice de positividad que tenemos en el país nos indica que debemos comenzar el aislamiento desde el momento en el que se realiza el hisopado, aun antes de tener la confirmación del resultado. Recomendamos generalizar las experiencias exitosas que al respecto han mostrado varias jurisdicciones, incluyendo estudiantes universitarios, tanto voluntarios como remunerados, en la tarea de rastreo y seguimiento. También estimamos fundamental realizar campañas de comunicación que tengan en cuenta a los diferentes públicos y a los diferentes canales de comunicación. No somos expertos en la materia, pero es indispensable reunir a quienes sí lo son para generar una campaña de comunicación que haga énfasis en lo positivo y no solo en lo taxativo y prohibitivo, de manera de recrear esa comprensión y acompañamiento casi unánime que tuvo la ciudadanía cuando comenzó el aislamiento.

Un factor decisivo en la lucha contra la pandemia ha sido la cooperación entre gobernantes de distinta pertenencia partidaria. Vemos con preocupación el riesgo de que las diferencias políticas comiencen a enturbiar la política sanitaria, situación que pondría en grave riesgo la respuesta a la pandemia. El virus no es oficialista ni opositor. La estrategia sanitaria para enfrentarlo, tampoco.

El COVID-19 llegó sin aviso, sorprendió al mundo sin memoria inmunológica para enfrentarlo ni memoria social para aprender a convivir con la pandemia. Hoy cada uno de nosotros, mandatarios y ciudadanos, tenemos la oportunidad de optar por ser un eslabón más en la cadena de transmisión o de ser parte del escudo para cortarla.

La ciencia está trabajando a pasos acelerados en la investigación de tratamientos, vacunas y otras estrategias de prevención. El avance es notable, y ya podemos vislumbrar en los próximos meses la probable disponibilidad de tratamientos que mejoren la evolución de los afectados y, también, de vacunas. No tenemos dudas de que la pandemia va a ser controlada, lo que proponemos es llegar a ese control con el menor costo posible en número de enfermos y vidas humanas.

Renovemos el esfuerzo de cuidarnos y cuidar a nuestros semejantes y comencemos a planificar el retorno a una vida plena, con los cuidados que pueda imponernos la nueva normalidad. Depende de todos nosotros.

Fuente: http://www.fm899.com.ar/noticias/argentina-2/bloquear-y-prevenir-que-dice-la-carta-de-los-infectologos-que-asesoran-al-presidente-76203