Buenos Aires, 5 de agosto de 1979 Mi querida Mariana:
¿Por qué te escribo? tal vez sea porque a mí me hubiera gustado recibir una carta en la que viera reflejado un pedacito de mi niñez; o tal vez por la necesidad que tengo de permanecer cerca de ti, de que aunque pasen los años, puedas leer esta carta y saber que la persona que hoy te escribe va a estar siempre dispuesta a ayudarte, a decirte que podés contar con ella, que te quiere mucho y que no te va a olvidar. 
Pero todo este sentimiento surge en mi como una respuesta a lo mucho que vos me brindás diariamente, a tu frescura, a tu espontaneidad, a tus sonrisas sin límites, con las que alegrás mis tardes… A tus “monerías” para hacerme olvidar algún enojo pasajero; a tus caricias y a tus ocurrencias. 
Marianita, es por todas estas cosas, que hoy, en el día del niño, quiero, no solo desearte muchas felicidades, sino también decirte gracias, por ser como sos, tan tierna y por representar tan bien a una etapa tan hermosa de la vida: la niñez. 
Yo se que por más que te lean esta carta, te va a parecer extraña, o quizás ni siquiera te llame la atención, pero yo te escribo pensando en el día en que puedas entenderla por vos misma y saber por intermedio de ella que te quiero muchísimo. 
Me despido con un beso grandote. 
Tu amiga 
 Alicia.