Hola Norberto:
Me pareció muy linda tu última carta – si vamos con lo cibernético- debí poner tu último e-mail.
Lo que cuentas sobre Martha Salotti y María Elena Walsh es muy interesante. A Martha la conocí en una calurosa tarde de enero de hace montones de años en que dió una charla en el Salón Blanco de la Municipalidad local; me quedó grabado a «fuego» todo lo que fue diciendo y empecé una vez iniciadas las clases a contar todo a tal punto que me empezaron a decirme: «Veni Martha Salotti y contá» y así en base a ello fuimos recreando para mejorar la comprensión y lectura en los alumnos.
La Escuela Normal jamás nos la había mencionado.
La segunda vez que la ví fue pasados unos años estábamos en un restaurant mis hijas – que iban aún a pre-escolar con mi suegra y al lado de nuestra mesa había otras personas, justo la que lindaba con Virgilia le preguntó si iba al jardín y después le dice que son docentes. entonces yo le digo. contales que tu abuela y tu mamá también y en eso ella señala a la persona que está a su lado y dice: «Es Martha Salotti», podrás imaginarte que me paré como un resorte para saludarla y le cuento que todas mis compañeras me llaman «Martha Salotti» y ella muy rápida me dice: «Y Ud. como se llama? y agrega de ahora en adelante yo me llamaré como Ud. porque Ud. es joven y linda (esto no me lo creí ja… ja… ja).
Junto con Dora Pastoriza tenían una casa preciosa en uno de los barrios más lindos de esta ciudad – Barrio Uncas (donde también tenía su casa René Lavand), se llamaba «La Fortaleza» y después íbamos a visitar a Dora- Martha ya había muerto.
Ahora cuando pasamos vemos la casa pero creemos que pertenece a otra gente porque ya no tiene más ese nombre. Dora también murió. Esta, que quizá no conozcas editó un libro: El arte de narrar. Un oficio olvidado»
Con él iniciamos el Club y con variantes porque cada uno lleva implícita lo de la creación personal.
Las del Club, cargábamos a hijos y amiguitos y la íbamos a visitar – A mis hijas les encantaba porque había animales y un espacio inmenso para jugar y corretear.
Cuando iniciamos el Club salíamos todos los fines de semana – tipo juglares – a narrar por todos los barrios. Este club fue el origen a lo que hoy es la sala de lectura infanto-juvenil. Hoy el grupo inicial está desperdigado proque algunas se fueron de aquí, el otro día una de ellas me llamó para reunirnos en julio ya que vendrá una que hace años vive fuera del país y aproveché para contarle tu experiencia y decirle que había habido con esto cierto acto de telepatía.
Muchos cariños
Elba