Mi señora y amiga,

Yo y mi corazón nos ponemos en vuestras manos, con el ruego de que los tengáis por pretendientes de vuestro buen favor y que vuestro afecto por ellos no disminuya por la ausencia. Pues sería una gran pena incrementar su pesar, cuando la ausencia ya lo hace suficientemente; más que nunca me habría parecido posible recordarnos cierta verdad de la astronomía cual es que, cuando más largos son los días, más alejado está el sol y, sin embargo, más arde. Así ocurre con nuestro amor, pues la ausencia nos separa y, sin embargo, mantiene el fervor, al menos por mi parte, y confío en que también por la vuestra. Os aseguro que por mi parte el dolor de la ausencia ya me resulta excesivo; y cuando pienso en el incremento de cuanto por fuerza debo sufrir, me resultaría prácticamente insufrible, de no ser por la firme esperanza que tengo; y como no puedo estar con vos en persona, os envío lo más próximo a esto, cual es mi retrato en un brazalete, con los detalles que ya conocéis. Deseo ocupar su lugar cuando os plazca.

Por la mano de vuestro leal servidor y amigo,

H[enricus] Rex

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