San Cayetano 30/6/51
Mi querida e inolvidable hija Engracia: Con mucha alegría corro la pluma, para dirigirme a vos, en la confianza de que te encontrés bién de salud. Tu padre por el momento se siente muy gaucho.
Ya sé que tu hermana no está con vos, y que ahora no te peleás. Sé que muchas veces las culpas caen siempre sobre el hermano mayor, pero vos sabés, que tú también hacés rabiar un poco a tu mamá y a tu abuelita. Espero que en adelante te portes siempre bién.
Y ahora te diré una cosa que te gustará. Cuando vengás aca, como ya habrás cumplido los doce años y trabajarás de dependienta, estarás tratada como una «Señorita», ¿te gustará que te llaman ¡Señorita Engracia!…
Tengo la satisfacción de decirte que el Goyito ya se ha compuesto y está muy gordito, en el momento que escribo está echado cerca de mis pies, completamente panza arriba, y parece como si estuviera «fiambre». A todas partes me sigue. Cuando voy a las tiendas, lo dejo afuera, pero cuando vé la puerta abierta se cuela y se mete dentro. Yo no quiero que lo haga, porque a veces, hace pipí en el algún rinconcito. Siempre tiene ganas de jugar. Cuando monto a caballo, también me sigue, pero se cansa pronto porque tiene muy cortas las patitas.
Muy contento del problema, y estudia mucho para tener buenos examenes. Procura estudiar la ortografia.
Transmite a la abuela Baldomera, mi sentido pésame por la muerte de su hermana. (Q.E.P.D.) Abraza a los abuelos y tios de mi parte y diles que no olvido a nadie, y que continúo queriendolos mucho. Recibe querida hijitas el amor de tu padre junto con muchos besos y abrazos
Félix