Querida secundaria Xavier y Srta. Lockwood, y señores Perin, McFeely, Maurer y Coniusta:

Gracias por sus cariñosas cartas. Sin dudas, saben cómo alegrar a este viejo (84) en su ocaso. No hago apariciones en público porque ya no hay nada a lo que me parezca más que una iguana.

Además, lo que quiero decirles no llevaría demasiado: practiquen cualquier arte; música, canto, danzas, actuación, dibujo, pintura, escultura, poesía, ficción, ensayos, reportajes. No importa si lo hacen mal o bien, no lo hagan para obtener fama o dinero, sino para transformarse, para ver qué llevan dentro, para que les crezca el alma. ¡En serio! De ahora en adelante, practiquen un arte, y practíquenlo por el resto de su vida. Realicen un dibujo o una caricatura de la Srta. Lockwood y regálenselo. Vuelvan bailando a casa después de la escuela, canten en la ducha, y así con todo. Dibujen una sonrisa en el puré de papas. Jueguen a ser el Conde Drácula.

Tengo una tarea para esta noche, y ojalá que la Srta. Lockwood los repruebe si no la hacen: escriban un poema de seis líneas sobre cualquier tema, pero que rime. El tenis nunca es justo si no hay red. Dedíquenle todo su esfuerzo. Pero no le digan a nadie lo que hacen. No se lo muestren ni se lo reciten a nadie, ni siquiera a su novia, a sus papás o a la Srta. Lockwood, ¿ok? Rómpanlo en pedacitos y repártanlos en diferentes tachos de basura. Van a descubrir que ya habrán sido gratamente recompensados por su poema. Se van a haber transformado, van a haber aprendido mucho más sobre lo que llevan dentro y les habrá crecido el alma.
¡Que Dios los bendiga!
Kurt Vonnegut