Señora Angélica de Chabán: 

Después de leer su carta al presidente Kirchner, que publicó Clarín, siento la obligación y el deseo imperioso —con todo respeto— de responderle. Así como usted sufre por su hijo en prisión, sepa que al menos usted tiene esa oportunidad: visitarlo en la cárcel, abrazarlo, verlo y poder llorar juntos. A mí, señora, esa posibilidad me fue negada. Mi única y definitiva alternativa es ir al cementerio, adonde sólo puedo llevar una lágrima y una flor.

Su hijo es absoluto responsable de la muerte de mi hija, como así también de la de tantos otros chicos. Colgó elementos inflamables en el techo, cuando Bomberos los prohíbe; permitió el ingreso de cuatro o cinco veces más la cantidad de gente de la que estaba autorizada; sabía que «Callejeros» festejaba con pirotecnia, y como para ponerle el moño a todo esto, selló y trabó con candados la puerta de emergencia.
Dicen que su hijo es un «empresario». Entiendo por empresario a aquella persona que lucra con alguna actividad, pero observa un cuidado y respeto tanto por sus clientes como también por sus empleados. El que sólo lucra sin importarle de los demás, es un delincuente. Comprendo su dolor porque tal vez su hijo no respondió a sus expectativas. Pero le pido por favor que no seamos ingenuos e hipócritas: el que existan otros responsables que no cumplieron con sus obligaciones, no quita el peso que esta verdadera masacre implica para su hijo.

Yo también soy una mamá, señora Angélica. Una mamá que llora todos los días porque su mejor sueño se murió. Sí, está en una tumba en la Chacarita. Sin ninguna otra posibilidad de nada, salvo imaginar el dolor y el terror que deben haber sufrido estos chicos antes de morir. Le reitero: está claro que su hijo es responsable de la muerte de 193 chicos.

Liliana Inés Garófalo 
Mamá de Florencia Diez

Publicado en el diario Clarín de Buenos Aires el 24 de mayo de 2005