Buenos Aires, junio 9 de 1811

Mi querido Moreno de mi corazón, me alegraré que lo pases bien: yo y toda la familia quedamos buenas, pero ya te puedes hacer cargo como estará mi corazón con tu ausencia y cada día se aumenta más mi pesadumbre al ver que se cumplen cuatro meses, diez y ocho días, de tu salida, y todavía no tengo el consuelo de recibir carta tuya; unos ratos le pido a Dios paciencia para esperar tus cartas y tu vuelta, otros ya me parece que me has olvidado, que ni por la imaginación se pasa tu Mariquita, con estos y otros pensamientos, todos tuyos, me paso los días y las noches; desahogo mi corazón con llorar; no tengo más desquite que mis lágrimas, pero después de atormentarme con estos pensamientos, te pido perdón, y me acuerdo lo que siempre me decías que siendo yo buena con vos lo habías de ser conmigo: sí, mi amado Moreno, sí lo soy y lo seré hasta mi muerte, pero mi querido Moreno si ves que tu comisión es para largo tiempo mándame llevar; sabes muy bien la vida llena de amargura que estoy pasando sin vos, llorando me paso las noches, con el silencio me parece que mis sollozos han de llegar a tus oídos, me parece que me preguntas de qué lloro, que me das un abrazo, en fin, mi vida, para no molestarle más, conoces muy bien lo mucho que te amo para creer todo y mucho de lo que mi lengua no puede explicarte por su rudeza: nuestro Mariano sigue en la escuela, sabe de memoria poco menos de la mitad del catecismo, anoche le estaba yo contando del hijo pródigo y se echó a llorar, le pregunté de qué lloraba, y me dice, ay, mi madre, dónde estará mi padre, cuándo lo veré y a lamentarse, que me parte el corazón cada cosa de estas.

El Paraguay ya se ha unido con nosotros, lo han tomado preso a Velasco y otros, y piden a Belgrano porque es precisa su persona para dirigirlos en el Paraguay; la Junta que han hecho allí lo pide llenándolo de alabanzas y el oficio se lo dirigen a él y no a la Junta, él, como ya te he dicho, en otra carta, vino a llamado de ese pueblo que dicen ellos que fue para dar cuenta del ejército, le quitaron el grado de Brigadier, llega Belgrano y no quiere asistir a la Junta diciendo que él es reo y viene a ser juzgado, empiezan los otros a decirle que todo quedará en nada, se compusieron, lo hicieron callar, en esto lo piden del Paraguay como a su ángel tutelar; ya vos te haces cargo sin que yo te diga el motivo por lo que no quieren que vaya y después de haberle dicho que todo queda en nada, salen con que no puede ir y que es preciso que se le haga consejo de guerra, así se están portando estos señores con el pobre Belgrano.

La Colonia la desampararon los de Montevideo y tomaron los nuestros los cañones que dejaron clavados y dicen que ya están muy cerca de Montevideo. Dios quiera que pronto se unan, y que vos puedas volver cuanto antes; de la expedición del Perú, escribe Rufino a su padre con fecha de 2 de mayo, que sale con su regimiento de caballería otro regimiento de La Paz, seis mil cochabambinos, y el regimiento de Viamonte todos a acuartelarse seis leguas de Goyeneche, y dice que dentro de un mes se batirán, Dios les dé acierto: los diputados de arriba no aparecen, yo no sé cuál será el motivo de su tardanza. En esta tu casa no hay nada de nuevo; tus consejos los tengo presentes y los sigo; mi confesor es el provisor Zavaleta, ve si te gusta y si no te parece bien tomaré el que vos quieras; el cuarto se alquiló el 21 de mayo en doce pesos porque están los alquileres muy caídos, todavía no he comprado criada, la negra Carmen cada día más mala, el negro siempre flojo y pesado, recibe memorias de tu madre, tus hermanas, tías, abuela y Marcela y nuestro hijo y dáselas a Manuel de parte de todas; decile a Guido, si te parece, que dice la mujer del presidente que él tiene la culpa de la quitada de los honores y que se lo ha de pagar aunque sea de aquí a seis años, y adiós mi querido Moreno, no dejes de escribirme a menudo pero no enojado, no te olvides de mí, adiós mi amado Moreno, procura venirte pronto o hacerme llevar, tu mujer que te ama más que a sí misma, Mariquita .