3 de abril 1796

He recibido todas tus cartas pero ninguna me ha causado tal impresión como la última. ¿Cómo, mi amada, puedes escribirme de ese modo?

¿No crees que mi posición es ya bastante cruel, sin agregar mis propios sufrimientos y rompiendo mi espíritu? ¡Qué estilo! ¡Qué sentimientos muestras! Son fuego y queman mi pobre corazón.

Mi josefina y única josefina, además de ti no hay alegría; lejos de ti, el mundo es un desierto y cuando estoy sólo y no puedo abrir mi corazón.

Te has llevado más que mi alma; eres el único pensamiento de mi vida.

Cuando estoy cansado del trabajo, cuando los hombres me desesperan, cuando estoy a punto de maldecir estar vivo, pongo mi mano en mi corazón; tu retrato cuelga de él, lo miro y el amor me trae la felicidad perfecta.

¿Con qué arte me cautivaste para concentrar todo mi ser en ti?

Vivir para Josefina, esa es la historia de mi vida.