Oct. 10 – 1960
Elba:
Espero que ya hayas llegado (aunque ese micro no tenía apariencia de ser mucho más rápido que una carreta) y que hayas repuesto de las fatigas del viaje y de esa especie de saturación de Norberto Firpo a que te sometí en tu corta estadía.
Dudo de que mis condiciones de anfitrión sean del todo aceptables, pero evidentemente todo Buenos Aires se reduce a un paseíto por el centro cuando el tiempo de que se dispone es por demás breve.
Además yo soy un tantito «aplastado» y la verdad es que me cuesta adaptarme a la vertiginosidad que a veces aconsejan las circunstancias. (Esto va como excusa por si no te «divertí» lo suficiente.)
Por otra parte, debés tener en cuenta que tu presencia en ésta ocasiona serios disturbios atmosféricos y eso redunda en mi contra.
Lamento sinceramente haber elegido tan malos espectáculos, ya que salvo la película de Marlon Brando (que me pareció muy muy buena) en los otros sitios hemos perdido lastimosamente el tiempo. Sobre todo viendo ese adefesio que se llamaba «Deliciosamente amoral» (o «Aburridoramente idiota»). Tan mala es que ya pasaron las 500 representaciones. En cuanto a la película inglesa… bueno, todo sea por tu amiga. No era el tipo de espectáculo a que hubiera querido llevarte teniendo en cuenta lo mucho que nos urgía el tiempo.
Imagino que tu balance será bastante desalentador y tal vez te sirva de escarmiento. Yo, por supuesto, te pido disculpas.
He terminado el cuento «Catarsis», del que sólo he hecho dos copias. En mi poder no tengo ninguna. Vecino, el jefe de redacción, leyó una y se la pasó a un amigo. La otra la remití a Santa Fe y espero su devolución en el primer correo.
La opinión de quienes lo han leído es poco reconfortante. Vecino (tal vez la opinión más valiosa) me dijo que el cuento es un valioso análisis de un cierto tipo de psiquis femenina, pero que de ninguna manera es un cuento. No tiene los ingredientes clásicos del género.
Me gustará saber la opinión tandilera, así es que te lo remitiré en la próxima.
Después de eso (criticame nomás) estuve escribiendo un guión para fotonovela. Creo que me salió bueno. Se titula «Magdalena entre las cruces»: Lo vamos a filmar Marazzi y yo, si es que no surge algún inconveniente en la editorial.
En la editorial las cosas siguen bastante efervescentes. El jefe de diagramadores les ha iniciado pleito. Han puesto un «jefe de arte», pomposo título que ostenta un chico que paneas si sabe algo de publicidad. A mí, personalmente, no me molesta mucho.
No hay muchas novedades con respecto a nuestro programa para la TV. Pero el asunto no hay que abandonarlo. Propuse a Lydia escribir nuevos libretos e inundar la plaza. No podemos pretender que escribiendo uno solo obtengamos el éxito apetecido. Eso sería casi un milagro. Pero el libreto está en manos de unos agentes artísticos y ya tenemos noticias de que fue bien acogido. Nada en concreto. Para colarse en la televisión hay que superar muchas barreras. Te aseguro que es el más asqueroso círculo de intereses creados. (Una amiga mía, vecina además, fue recomendada como locutora. Se presentó y lo primero que hicieron fue cortejarla. Sucede lo que en el cine. Algún día te voy a contar algunas anécdotas de un ex-director -murió- que se llamaba Carlos Shlieper. En cada película cambiaba de secretaria. Y dicho sea de paso, su casa se parecía bastante a la de un personaje de «Catarsis».)
Decime tu opinión respecto de la notita sobre la Gran Misión aparecida en el último Vea y Lea. La hice yo. Decime si conseguí salir del paso con alguna dignidad. En ese número aparecen dos comentarios de libros («Presión normal» y «Arte morboso») también criticados por mí.
En el primer número de «Patricia» (14 de octubre) aparecerá «Excursión al club», que creo habrás leído. En el próximo «Grillo de papel» también me publicarán algo.
En «Destinos» que saldrá el 21 -creo- dan «Tal vez esta noche» que escribimos juntos Ane M. Ponce y yo.
He visto «Los amantes», la tan discutida película de Louis Malle («Ascensor para el cadalso»). Me pareció una película pasable, nada más.
da vuelta la hoja
(…)