11 de julio de 2015
Elba: no me acuerdo de ningún libro titulado «Hacer el amor y no la guerra». En cambio, sí me acuerdo que hace unas cuantas décadas me editaron un libro que titulé «Hagamos el humor, no hagamos la guerra». Eso fue en tiempos en que yo tenía una sección fija en Tía Vicenta. Recuerdo que cuando fui a cobrar mis derechos por ese libro, en la editorial me dijeron que acababan de quebrar y que el editor responsable había intentado suicidarse. A la semana me enteré que lo salvaron, pero jamás cobré un peso. Verdaderamente, nuestra política y nuestros políticos son decepcionantes, a cual más mediocre. Y si el gobierno procede a su antojo y sigue tomando iniciativas temerarias es porque los de la vereda de enfrente son horribles. El martes fui al acto (en Tribunales) en defensa de la Justicia (y del fiscal Cabral) y me dio pena: éramos apenas unas cuatro mil personas y la ausencia de dirigentes de primera línea fue casi total (lo vi a Ernesto Sanz). Macri prometió ir pero prefirió el programa de los Leuco, por TV. En cierto modo, tanta apatía y tanto egoísmo explican que vivamos una etapa de generalizada decadencia, con ejemplos en la escuela secundaria como el que vos describís. Tengo familiares y amigos en la docencia y me cuentan que sufren humillaciones semejantes, a granel. Pero no claudiquemos. En cuando nos sobrevenga una rabieta tengamos presente el soneto Avanti!, de Almafuerte. N.