Julio 25 – 1960.
Elba:
Te agradezco mucho – por lo mucho que la aprecio – tu crítica a “Los techos calientes”. Ya lo han leído unas cuantas personas y todos lo encuentran de aceptable para arriba. En realidad es un cuento que escribí con mucho cariño y evidenciando la necesidad de hacer algo “útil” después de un sinfín de pequeños trabajos de índole más o menos comercial. En mis colaboraciones para las revistas – incluso en las fotonovelas – trato de no ser del todo mediocre, pero aún así me quema un poco el deseo de dar rienda suelta a mi imaginación y llevar a los personajes a situaciones que no encuadren precisamente en los límites comercialmente aceptados.
A medida que me vaya desahogando, que mis aprietos económicos dejen de ser tales, volveré a la clase de literatura que siento de verdad, sin importarme que pueda o no divulgarla.
Actualmente estoy trabajando en un nuevo cuento, ahora de carácter histórico. Todavía no lo he empezado, tan solo estoy leyendo sobre la colonización de Salta (año 1600) y sobre la lucha sostenida entre los españoles y los indios calchaquíes. Es una historia que se relaciona con el descubrimiento de la virgen del Valle. Dicho en pocas palabras, contaré las vicisitudes del cacique Chelemín, que capitaneaba una rebelión contra el establecimiento de las encomiendas. Chelemín fue condenado a morir descuartizado (como Tupac Amarú), y su captura fue interpretada como “el primer milagro” de la virgen del Valle. ¡Un temita que se las trae!
Siguiendo con la literatura, creo no haberte informado del resultado del concurso de “El grillo de papel”. Mi cuento “El machito” ocupó el séptimo lugar. Según Sábato y Beatriz Guido – integrantes del jurado – adolecía de un defecto: trataba un tema se sexual (y el 90 por ciento de los trabajos presentados trataba ese tema). Susana Tasca – otro de los miembros del jurado – dijo que “hacía mucho que no leía algo tan deprimente.” Abelardo Castillo me dijo que “Crónica del exterminio” hubiera tenido mucho más éxito. Me dijo que de todos modos se publicará, y me pidió otros cuentos. (Además me presentó a unos señores del diario “El mundo” para que yo les haga algo para su suplemento semanal.)
Ana María Ponce obtuvo el segundo puesto con su cuento “En el pozo”. Ganó el “grillo de plata”.
El cuento “Crónica del exterminio” me ha proporcionado una notoriedad fantástica. Me han telefoneado de la revista “Mirador” (trimestral, cuesta 50 pesos) para que les envíe un trabajo de ese mismo tipo. Como no tenía nada les mandé “Buenos Aires, siempre y nunca”, del que creo tenés noticias.
A la sección “Correo de Vea y Lea” han llegado como 30 cartas, que van del elogio más desmedido a la crítica más despiadada. En la revista opinan que el cuento ha sido un impacto y que por su carácter aviva la polémica y obliga a tener partido.
En el próximo número publicamos a un nuevo valor: Juan Brusasca, 19 años. Nos trajo un cuento que creo tan breve como sorpresivo. Espero te guste. Se llama “El asalto a la embajada”.
Me preguntás que pienso hacer con los “cuentos buenos”. Pues, nada. No tengo la menor intención de peregrinar con ellos de editorial en editorial. Los señores editores están muy enfrascados en lanzar obras como “Lolita” o pavadas como las que produce la Sajón, o “best-seller” al estilo “Por siempre Ambar”, que constituyen un mínimo riesgo financiero. Ellos son industriales y hacen muy bien en defender su dinero.
Siempre te hablo mal de “Libros que viven” porque esa sección atenta contra la verdadera función del libro.
Ves pasada nos escribe un individuo que dice “estar al día en literatura gracias a “Libros que viven””. ¡Pobre hombre!
Vista la imposibilidad de prescindir de esta sección, yo te influído para que no se toquen aquellas obras que signifiquen por su estilo una joya literaria; que se sinteticen más bien libros de narraciones, que no tengan más valor que el anecdótico. Eso venimos haciendo. En el próximo número daremos “Vino de vida”, la biografía novelada de Honorato de Balzac.
Tu sugerencia de convertirla en “Cuentos que viven” no tiene asidero. Habría que pagar derecho, y eso siempre y cuando las editoriales quieran ceder las obras. Con los libros es distinto. Los editores lo permiten porque les parece una propaganda, algo así como “los pantallazos” previos al estreno de una película.
En Vea y Lea estamos preparando una nota sobre el problema de los maestros. Te adelanto que le dedicaremos la portada.
Acabo de leer “El poder y la gloria”, de Graham Greene. Me lo habían recomendado como muy bueno. Yo lo bajaría a “bueno”, nomás. Estos problemas de la fe son para un público tan sectario que francamente me desconciertan. Yo no alcanzo a percibir si los cargos de conciencia del sacerdote protagonista son tan serios como el autor quiere hacérmelo entender, o si en rigor se trata de una deshumanización por vía del fanatismo de un problema grave, sí, pero no a tales extremos. 
Si lo leiste, me gustaría saber tu opinión.
En cine vi “Lo que no se perdona”, un muy buen film del “far-west”, con Burt Lancaster, dirigido por John Huston. Y también “Julia, la pelirroja”, una comedia menor de origen francés (con Daniel Gelin y Pascale Petit).
Ahora pienso ver “La gran guerra”, de Monicelli, con Gassman y Sorodi; y en teatro, “Hombre y superhombre”, de Bernard Shaw, en el Nacional Cervantes.
Para terminar, te voy a contar un chiste. (¿No vienen mal, no es cierto? Yo no sé que pasa… Desde que cayó Perón ya nadie cuenta mas chistes…)
Resulta que Jesús y un discípulo iban caminando por un campo. Jesús adelante; el discípulo detrás. De pronto llegan a un río. Jesús se mete y asombradísimo el discípulo advierte que camina sobre las aguas. Entonces el discípulo piensa: “Seguramente, al saber que voy con él, me habrá otorgado a mí también esa facultad.” El discípulo pone un pie en el agua, confiado, y se va al fondo. Jesús advierte el hecho y se vuelve a salvarlo. Vuelven los dos a la orilla, el discípulo se repone, y entonces Jesús vuelve a atravesar el río caminando. El discípulo piensa: “Me imagino que ahora…” y vuelva a apoyar un pie sobre el agua, y vuelve a irse al fondo. Jesús, que estaba en el medio del río, oye el chapoteo, se da vuelta y le grita: “¡Por las piedras, animal, por las piedras!”
Espero que con este chiste no pase lo que una vez con uno de Verdaguer.
Saluda a tu familia y si te parece que no corrés peligro, contáselo a tu madre.
Hasta la próxima
Norberto