Elba: perfecto; no hay obligación de que estemos de acuerdo en un tema tan competitivo como el del espíritu de la competencia. En mi opinión, competir implica un propósito de superación, y cuando la competencia es leal me parece muy digna. Creo que se le atribuye a Einstein este concepto: «Conviene situar la vida entre el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad». Sabiduría pura, para mí. En este caso, la voluntad es entendida como vía de superación, sea para cumplir hazañas, como de la Del Potro, sea para desafiar al insomnio escribiendo poesía, sea para dotar de básico confort a un rancho… El intento de superación no es más que competencia con uno mismo y, casi siempore, con el destino insatisfactorio que uno afronta. Pero, tranquila, está permitido disentir.
Lo de la tele de 800 pulgadas era un chiste. Los negocios de electrodomésticos «compiten» en la oferta por televisores cada vez más grandes, y el hecho es que Graciela dispone de uno de ésos. Da gusto ver películas en esa pantalla, que procura responder a la estética con que las películas fueron filmadas.
Por supuesto que también podemos disentir respecto de las películas que más nos gustaron. Aquí tengo un libro editado en España, titulado «Los 100 mejores filmes del siglo XX», y lo cierto es que no apruebo la selección que en él se hace. Mis desacuerdos son parciales: no me parece que, por ejemplo, «Sin aliento» (Jean-Luc Godard, con Belmondo) y «Lo que el viento se llevó» y «39 escalones» (Alfred Hitchcock) merezcan figurar allí. Sí, creo que lo merecen «Tiempos modernos» (Chaplin), «La strada» y «Amarcord» (Fellini), «El gatopardo» (Visconti) y «Shane, el desconocido» (un western romántico, con Alan Ladd).
Ha traído este libro porque estoy a punto de confeccionar un cuestionario de preguntas sobre cine, que acompañarán a otras sobre literatura e historia. Tales preguntas nos entrecruzarán en grupos de amigos, en otra de las frecuentes, amables y muy divertidas «competencias» culturales que nos reúnen.
No tengo la menor intención de ofensa al decir que escribís a la disparada. Tené en cuenta que soy un periodista con poco menos de sesenta años en funciones, a menudo obligado a leer escritos ajenos y atento a la deficiente puntuación, a frases que acumulan ideas y confunden su entendimiento, a relatos no del todo claros, como el de esa frase de tu mail que empieza con «Hay una diferencia notable…» o sea que el oficio me ha convertido en -casi- un lector maniático y fastidioso. Sabrás disculpar.
Con afecto, Norberto.