Junio 28 – 1957
Estimada Elba: Después de haberte escrito y mandado la carta anterior, estuve reflexionando acerca del matiz que está adquiriendo nuestra relación. No creo que pueda transcribir todas las cosas que se me ocurrieron ni creo tampoco que resulte interesante consignarlo. Lo que me parece que debo hacer es ponerte sobre aviso de algo, y es porque supongo que mis cartas me hacen aparecer como un tipo cerebral y por demás circunspecto.
Yo no soy así. Soy bastante más jovial; a veces me gusta divertirme y divertir. Mis amigos me tienen como un individuo alegre. Cuando me reuno con ellos (no en fiestas; jamás voy a fiestas) me paso el tiempo hablando y riéndome. Hasta que advierto que me la he pasado haciéndome el tonto y termino poniéndome colorado sin que nadie adivine por qué. Generalmente acabo en ridículo conmigo mismo. Pero reincido; en el fondo creo que mi destino es el de humorista.
No quisiera volver sobre los temas que venimos tratando, pero debo hacerlo en el caso del cristianismo. ¿Tú has leído el “Anticristo” de Nietzsche? Me siento tan identificado con él (o por lo menos con las pocas partes que capto en toda su profundidad) que creo que nada mejor que remitirme a unos párrafos suyos para dilucidar la polémica.
Párrafo V: No hay que embellecer ni adornar al cristianismo. Ha sostenido una guerra a muerte contra este tipo superior del hombre, ha censurado todos los instintos fundamentales de ese tipo, ha destilado de esos instintos al mal, al malo: el hombre fuerte como tipo de reprobado. El cristianismo ha defendido todo lo que es débil, bajo, fallido, ha hecho un ideal de la oposición a los instintos de conservación de la vida potente…
Párrafo VII: Llámese al cristianismo religión de piedad. La piedad está en oposición de los afectos tónicos, que elevan la energía del sentimiento vital… Es tanto como multiplicador que como conservador de todas las miserias, uno de los instrumentos principales para el aumento de la “decadencia”. La piedad persuade a la nada…
En cuanto a la otra causa que motivaría nuestro distanciamiento, ¿no aceptas tú acaso posibilidades o desviaciones, nuevos cauces, senderos por los cuales sería duro transitar? ¿No crees que un gran motivo podría ser la renunciación? Háblame sobre ésto; te aseguro que a mí me resulta bastante difícil explicar el orígen y los alcances de esta “nebulosa espiritual” que hemos dado en llamar amistad.
Me explico plenamente tus dudas y vacilaciones con respecto a la misión que te toca cumplir en la vida. Reflexiona. Es difícil determinar para qué diablos se vegeta sobre la corteza terrestre, pero su descubrimiento proporciona la mayor de todas las satisfacciones.
Yo creo saberlo: quiero ser escritor. Tengo intensa necesidad de expresarme y de decir lo que siento (Aunque no sé todavía si lo que siento es verdadero e importante.)
En teatro he visto “La opera de dos centavos” de Bernoldt Bertch (o algo así), una obra rarísima, mitad hablada, mitad cantada. Me pareció original, y considerando que fué escrito en 1928, muy vanguardista. Ví también “Marido y mujer” de Ugo Beti; historia de un matrimonio y del tiempo. Muy bien interpretada por la gente de OLAT; la que en 1951 dió “La gaviota” de Chejov y causó revolución.
En estos días iré al instituto de Arte Moderno a ver “Calígula”, que tiene muy buena crítica.
En cine he visto “El caso Maurigius”, versión francesa de la novela de Wasserman. Actúa Daniel Gelín, razón por la cual y debido a los suspiros de las niñas, salí con tortícolis. Ví una de Tom y Jerry muy buena; se llama “Jerry y el león”. (La vez pasada se dió el festival de Tom y Jerry y estuvo siete semanas en el cartel del Premio, que es un cine de primera categoría, en plena calle Corrientes.)
Te adjunto el cuento que te prometí. Demás está decir que me interesa tu opinión porque, precisamente, brota un tema del que ya hemos expuesto nuestros pareceres.
Acerca de “El horizonte es curvo” debo decirte que todavía no se ha grabado. Piensan hacerlo en alumbre. En fin, no sé bien que ocurrirá.(Y espero que no estarás enojada por lo que tú pudieras suponer una descortesía.) Te adelanto que tu interés en leerlo es injustificado, ya que la pieza no es tan buena. Además, tiene el estilo de “Esperando a Godot”, pues la escribí influenciado por ella. (La dió el elenco de Arquitectura y quedé impresionado.)
Estuve charlando con Marco Denevi (autor de “Rosaura a las diez”), que es un compañero de oficina, y me dijo que la versión cinematográfica es pésima. También… ¡pusieron a Verdaguer de protagonista! ¿Sabes quién es Verdaguer? Un actor de varieté, un tipo rígido, sin mímica, sin la máscara necesaria para interpretar al rol de Camilo. Es un fino humorista al que oí por radio hace dos años y dijo un chiste que aún recuerdo. Aquí va:
LOCUTOR: – He visto que usted nada muy bien.
VERDAGUER: – Si, y eso gracias a mi tío. Cuando yo era chico salía con mi tío y éste me llevaba al río. Andábamos en bote y cuando estábamos a doscientos metros de la costa, mi tío me echaba al agua.
LOCUTOR: – Y usted llegaba nadando.
VERDAGUER: – Si, pero eso no es nada. Lo que más me costaba era salir de la bolsa.
¿Lo sabías?
Ahora me estoy acordando de otro que a lo mejor (o a lo peor) te lo cuento en la próxima. Hasta entonces. Cordialmente.
Norberto.