Elba: aclarame estos puntos. Primero, como sigue tu brazo, tu mano y el pulgar, y qué significa eso de la «visualización». Segundo, sobre el asunto «perro», ¿qué efectos produjo tu panfleto? ¿En qué términos lo redactaste? ¿Y qué hizo, finalmente, el nuevo dueño del perro? Tercero, me intriga eso de que «tuve la impresión -alguna vez lo hablaremos- de que no deseabas continuar con estas charlas» (segunda y tercera línea de tu último mensaje). Como soy acérrimo enemigo de los entripados, por favor, nada de que «alguna vez lo hablaremos-2, digámoslo ya.
Las intensas lluvias de viernes y sábado jorobaron bastante el kirchnerismo duro, convocado a un acto en Plaza de Mayo, que reunió a unos pocos miles de simpatizantes. No concurrió Cristina, pero sí la exuberante y desbocada Bonafini y, por supuesto, lo peorcito de la militancia. En buena medida, creo que los referentes allí convocados son los que tienen menos apoyo popular, hipótesis que confirma una encuesta (de una consultora creíble) dada a conocer estos días. Aun así, somos unos cuantos los que creemos que el gobierno debería adoptar actitudes de protagonista del momento presente, en la lugar de la actitud de tibio replicante. Un sector cada vez más nutrido de Cambiemos piensa de este modo, aun cuando Macri discrepe.
La semana pasada vi algunas obras de teatro, entre otros motivos porque dos productores se interesaron por un texto (una comedia, con mucho humor absurdo) que escribí hace dos años. Resulta que uno de mis hijos le acercó copias de esa comedia a los mencionados productores, a los que conocí como invitado a las obras que tienen en cartel. Una de esas obras es «Child-free» (Libre de hijos), con Gabriel Goity.
Francamente, la pieza me pareció un bodrio colosal, con el interesante Goity en un papel lamentable.
La vertiginosa actualidad política me obligó a rehacer un par de párrafos de la nota sobre la caradurez que pensaba enviar a algún diario. De hecho la nota sigue en remojo y quizá (con viento a favor) la ter mine durante la semana.
He comprado dos libros, los dos de Eduardo Galeano. Uno se lo regalé a un amigo que no la está pasando bien, con su salud muy deteriorada. Le regalé «El libro de los aplausos», una joyita.
Estamos al habla. Cariños y abrazo.