Wellawatta, 23 de abril, 1930

Mi querido Eandi, 
Le escribo sólo para decirle que he sido trasladado a Singapore y Batavia. Todas las buenas esperanzas de ir a Europa se han sepultado definitivamente, sin embargo, está bien. El cambio es grande, el clima es peor allí, pero la población es más interesante. No sé aún cuándo es el viaje: creo que en quince días más. Tengo allí un poco más de sueldo, lo que es bueno, pero la vida es aún más cara que en Ceylán. Nunca más quiero hacer gestiones de traslado, hay que resignarse. Mil veces gracias por su cariñosa y ardiente idea de llevarme a otra parte. Cuando aparezca mi libro le enviaré también un ejemplar para Alfonso Reyes, no veo otra manera de darle las gracias por tan perfecta voluntad. 
Mis últimos días en la Isla son casi felices, pensando que esto tiene un término, y gozo del sol y del mar que no tendré en Malasia. Singapore es muy urbana, muy llena de ruido y polvo y cafés chinos. De Java sé poco, pero tengo ansiedad de ella. Además mi jurisdicción comprende las Islas de la Sonda. No sé dónde están estas islas, y eso me gusta. 
Ojalá me escriba y me cuente sus cosas, y me envíe algo de su trabajo tan noblemente escrito. Viviré lo más del tiempo en Singapore así es que las cartas deben ser dirigidas: Consul for Chile, Singapore, Straits Settlements. Me acompañará mi buen sirviente, Dom Brampy y mi mangoose, que es sumamente amigable. Hay allí mayor trabajo, no sé si viviré en hoteles o en bungalows. La perspectiva de irme me tiene algo nervioso, con frecuente insomnio. 
Ésta es la estación de los grandes calores, verdaderamente abominable, todo el día y la noche se vive de sudor. Se llena uno de sarpullidos y hay que bañarse por lo menos tres veces al día. Se pone uno irritable, enfermizo. Además esta maldita gente de España no me dice una palabra sobre mi libro y esto me fastidia muchos. Como no hay nada que hacer, y los sueños de Europa han pasado a la historia, pienso en mi libro, que por lo demás no tiene importancia, con una insistencia ociosa. Cuénteme, Eandi, de su trabajo literario, ¿trabaja usted, publica usted? Alguien me envía un periódico de Montevideo, no veo nada de usted, el periódico es muy exuberante, los versos muy débiles, me asombra que los poetas sean tan pobres de corazón por esas tierras. Cuesta tan poco «inflamar» un poema, darle fuego, y para qué publicar si a pesar de todo las cosas resultan frías o débiles. La poesía debe ser radiante, dramática, alcohólica, poética. Los libros de los jóvenes uruguayos me parecen absolutamente vanos; excepto un novelista, Dotti creo que es, que escribe cuentos gauchos muy seguros. 
Me ha llegado una carta rara de una dama de B. A., se llama Zoraida Luppi, ¿existe? Sobre unos versos míos: «Luna de mala fortuna», etc., versos que escribí a los 14 o 15 años, y que me persiguen como pesadilla, y cuya reproducción debería prohibirse por edicto oficial. Esta señora tiene mal gusto. 
Le escribiré de Java, donde viviré algunas veces, y le contaré cuanto haya que contar. La gente javanesa es musulmana (religión repulsiva como el calvinismo), pero Bali es aún hindú, lleno de mitos, de liturgia y encantos. Debo enviarle una carta coordinada, sistemática, dando cuenta y sustancia de cuanto vea. 
Termino esta carta. Le envío mis dos últimos retratos, típicos de estas latitudes. En uno estoy con las pescadoras y mi perro. 
Voy a enviarle uno de estos días un sobre con algunos poemas, y dígame si le gustan. Nada más me pasa, lo abrazo muchas veces, mi querido compañero,


Pablo Neruda

Dirección: Consul for Chile , Singapore , Straits Settlements, Malaya

Publicado en Margarita Aguirre, Pablo Neruda/ Héctor Eandi. Correspondencia durante Residencia en la tierra , Sudamericana, Buenos Aires, 1980.