Villa Victoria, Mar del Plata, 30 de marzo

Ten en cuenta que nada te compromete a nada conmigo y que puedes salir de esta tienda sin haber comprado una miserable caja de fósforos. La idea de que puedas creerte obligado a esto o aquello conmigo me resulta simplemente intolerable.

No acepto más que dones, pues yo misma no hago más que dones.

No sé comprar, ni pagar. Es por eso que no puedo ser comprada, ni pagada.

No te devanes los sesos para encontrar algo que decirme. No busques una moneda de palabras. Nada que no sientas el placer o la necesidad de dar podría regocijarme.

Toda mi vida ha sido de una rebosante imprudencia (en aquello que concierne a mis relaciones con los seres humanos).

Creo que he conjurado la mala suerte exponiéndome a esos golpes. No he bajado los ojos -y esto no siempre ha sido sin dificultad-, he sostenido la mirada o he tratado de sostenerla aun cuando no tuviera más saliva que tragar.

¿Crees que es por valentía natural? (Ninguna persona que reflexione y cuya sensibilidad sea grande ignora el temor ni el pánico). No. Creo que era porque no había (otra) alternativa. Porque había descubierto que era aún más fácil así que de otra manera. Porque estaba convencida de ello. Yo también tengo miedo de todo si concedo apenas un poco.

Le he enviado unas líneas a Y. porque no tenía la intención de hacerle esperar una respuesta. He guardado la carta que te había leído y tal vez se la enviaré un día. ¿Te has casado ayer, no es así?

Nunca me habías dicho que estabas maravillado de habitar en mi corazón. Te lo agradezco. (Me lo has dicho a propósito del departamento, lo que demuestra que puedes decirlo cuando lo sientes; y estoy contenta de que el apartamento te agrade y que me lo digas). Te agradezco entonces que no lo hayas dicho. Estabas demasiado absorbido por la preocupación de depositar las migas para no perder tu camino. ¡Pulgarcito! Pero mi corazón no es una prisión. Jamás has tocado sus límites. Has tocado los de mi carácter y MI NATURALEZA. Mi carácter y mi naturaleza que tu mano ciega a menudo tomó por mi corazón, porque mi corazón latía por debajo, como late bajo mi tórax sin ser mi tórax… pero ligado a él (¿es el tórax, o el esternón, o las costillas?).

Adiós, Roger. Buena suerte.