Buenos Aires, Página 12, 1984
El silencio al que hace mención el título de esta
recopilación de escritos es producto del terror y se exhibe como un
oxímoron: un libro de puras palabras sigilosas que se amplifican como
un estruendo al venir de donde vienen.
Esta recopilación editada en su momento por el diario Página/12 transformó en letra impresa lo que la escritura había trazado seguramente como un rasgo íntimo, pequeño. Pero el arrebato de esas vidas lo volvió el testimonio.
Algunos textos son previos a la detención y/o secuestro, mientras que otros fueron escritos en prisiones o centros de detención clandestinos. Hay poesías, canciones, sonetos. Y como una huella de la época, también hay cartas. Los jóvenes, como todos, les escribieron a sus padres, a sus hermanos, a sus abuelos. Pero ellos han desaparecido, y como paradoja, aquello que se quiere borrar parece fijarse con más empecinamiento.
La edición incluye una “explicación” previa firmada por un grupo de familiares:
“No busque el lector aquí manifestaciones de puro valor literario,
aunque pensamos que hay varias que lo tienen; busque testimonios
humanos, que han sido transcriptos con sus defectos e inocencias, como
es el caso del poema escrito por una chica de trece años.” Antes de
eso, también hay un prólogo de Ernesto Sábato, fechado en Julio de
1984. Eso también es una marca de época.
10 de junio de 1973
Es importante que todos tengamos esa firmeza y convicción
de quienes tienen que seguir avanzando y luchando, estés donde estés.
Que las cosas siguen, y tu eres actor, aunque tu capacidad de movimiento
esté o parezca reducida. Anoche justo tuve un sueño; era un viaje de
mulas que iban cargadas y las guiaban dos o tres hombres, y ellas los
seguían docilmente por el camino y los llevaban los bultos hasta que
tuvieron que atravesar un puente de madera muy fino. Entonces los
hombres azuzaron a las mulas para que lo cruzaran; pero estas se
pusieron de acuerdo y se resbalaron y patearon y echaron a los hombres.
Estaban cansadas de ser dirigidas por ellos, desde ese momento iban a
dirigir ellas. El problema era cruzar el puente para seguir el viaje,
pero como eran mulas no sabían nada sin guía, así que quedaron boyando
como bola sin manija. En los bultos llevaban alimentos y también había
otros bultos donde llevaban hormigas. Al final lo que recuerdo del sueño
es que las hormigas se liberaron y se unieron entre sí, y pasaron el
puente despacito, llevando cada una un pedacito de alimento, y fueron
las únicas que pudieron terminar el viaje. No sé, les cuento el sueño
por que creo que a veces los sueños llevan parte de la realidad, saquen
conclusiones.