La escuela terminó hace muchos días. Los dedos de Ana ya no alcanzan para contarlos.

– Felipe no me quiere más. ¿Le gustará otra chica? –pregunta la nena.

Una lágrima le corre por la mejilla. Leoncio se la seca con la lengüita. Después, para ayudar a su amiga, sube a la caja de juguetes. Busca con las patas. Con los dientes agarra la taza de Felipe.

– Llévame hasta la mesa. Esto es muy pesado para mí –pide Leoncio.

La nena levanta la taza y a Leoncio.

– ¿Qué vamos a hacer? –pregunta Ana.

– A llamar a Felipito –ruge el león.

Y se queda callado porque guarda un secreto.

Ana toma la leche en la taza de Felipe. En una tapita, le da unas gotas al león.
Ana bebe un traguito tibio. Tibio como las manos de Felipe.
En eso llega mamá y deja un sobre en la mesa.

– Una carta para vos, ana –dice.

Cuando mamá se va, Leoncio huele el sobre:

– ¡Es de Felipe! ¡Es de Felipe! –grita.

Anita lo abre. Leoncio no para de espirar. Es el dibujo secreto de Felipito. ¡Una leona naranja, con rulos, nariz negra y orejitas paradas!
La leona salta del papel.

– Hola –saluda con la pata-. Soy Nina. Felipe me dibujó para que juegue con Leoncio.

El león se pone más colorado que su melena. Nina mueve la cola muy contenta.
Anita hace preguntas:

– ¿Felipe me quiere? ¿Va a venir a jugar? –dice.

– Felipe es tu amigo. Siempre va a quererte y a mandarte dibujos –contesta Nina y le da un beso en la mejilla.

Los leones juegan en su selva de papel. Anita prepara sus lápices y una hoja muy blanca. Piensa un poco y dibuja un corazón muy grande para Felipe.

Ana María Tussié

Publicado en Cosquillas de león, Quito, Libresa, 2008.


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