Jojo Rabbit cuenta la historia de un chico de diez años que vive en la Alemania de 1944, fanatizado con el régimen Nazi, quien en cierto momento conoce el secreto de su madre: ella ayudó a Elsa, una adolescente judía, a permanecer escondida en su casa. 

Luego de una serie de encuentros desafortunados, Jojo decide escribirle una carta a Elsa haciéndose pasar por su novio, con la intención de lastimarla. Por supuesto que logra el efecto deseado, pero, como muchas veces sucede, inmediatamente el niño se arrepiente y vuelve con una nueva carta, también de este supuesto novio, pero mucho más amistosa. 

De esta manera comienza una relación epistolar entre Elsa y su supuesto enamorado. La carta tiene su razón de ser por la una distancia. En este caso, la distancia está más que en la geografía en las maneras de ver las cosas, en las ideas sobre la vida y las personas, en ser fanático de los victimarios y en ser alguien que se esconde de ellos. La gracia de la carta falsa pone en tensión la verdadera voz de Jojo para que pueda empezar a ver más allá y manifestar las emociones más humanas que ahí estaban. 

Esto es una cualidad de la carta como dispositivo de comunicación: siempre es posible que sea falsa. ¿Cómo dar fe de lo que dice la carta? ¿Cómo dar fe de quien lo dice? La carta parece una ceremonia donde todos los actores están ausentes con el ímpetu y la aserción de como si estuvieran de verdad. Pero no, son solo un montón de palabras que dicen lo que dicen. Pero aun la mentira puede ser piadosa para quien la dice. 

Elsa, ya adolescente, ejerce una suerte de poder benigno al fingir creerse las cartas que escribe el niño, y así darle el espacio para que pueda transformarse. Pero de a poco quizás también empieza a hacerlo también por ella.

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