Soy el encargado de correos del país de las cartas perdidas. Aquí llegan cartas de Bangkok, Ulan Bator, Tarija, Morazán, Nairobi. Antes, las leía casi todas. Me entretenían, me ayudaban a vencer el hastío.

Ahora, ya no. Todas, en el fondo, dicen lo mismo, disfrazan con palabras diferentes, nombres diferentes, lugares diferentes, las mismas situaciones, los mismos hechos. Aburren.