«Le ruego que no tiren mi carta, porque de su respuesta depende toda mi vida».

Re-conocimiento de las cartas al consultorio sentimental 

Mateo Niro 

Es conocida la línea delgada que conforma el límite entre las esferas públicas y privadas en la modernidad; esto, teniendo en cuenta la entronización de los medios masivos de comunicación, canal privilegiado de acceso a la vida íntima de ciertas personalidades por parte del resto anónimo. Es que también se sabe que no toda privacidad es digna de público, ya que deben darse ciertas condiciones personales que hagan valer la pena: por ejemplo, ser famoso profesional, ser famoso en potencia, o cargar en sus espaldas un caso truculento en donde la acción privada lo lleve a convertirse en un famoso –como el de un ignoto dentista de la Ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, que, se supo, concurrió a un hotel de paso con su amante después de asesinar con una escopeta a su mujer, su suegra y sus dos hijas. Las noticias sobre artistas, deportistas, modelos, políticos, etc., trasvasaron los límites de su estricto rol público y el resto del mundo ingresó a su alcoba, poniéndose al tanto de sus intereses íntimos. 
Pero así como la gran noticia fue para los actos privados de los sujetos públicos, todos estos años mediáticos permitieron también el registro privado de ciertos seres anónimos con historias comunes, cosas que les pasan a todo el mundo pero que ellos se animan a contar.

“Estimada Dra. Corazones:
Hace tiempo mi novio me preguntó si yo era virgen y le contesté, después de mucho pensarlo, y pensando también que si queremos llevar una relación seria, sería mejor no mentir, para tener todos los cimientos bien puestos y que más adelante no hubiera problemas. Yo le contesté que no soy virgen, sabiendo de antemano que lo lastimaría muchísimo, en ese momento él se puso muy mal, muy serio, hasta creo que lloró, pero se escondía de mí, yo ya no supe qué más decirle por temor a que me contestara de mal forma, me sentí súper mal, quería morirme en ese instante, que la tierra me tragara, pero ya no podía retractarme. (…) Por favor, aconséjeme qué es lo que puedo hacer al respecto, yo lo amo y no podría dejarlo, y siento que él también, pero aún así siento que me está poniendo a prueba, no sé de qué, pero así lo siento. ¿Cómo debo manejar la situación para que vea que realmente lo quiero, y que es lo más importante para mí, pero sin perder cierta dignidad, sin humillarme al hacerlo?
D.D.”

La auto-revelación de la desventura de D.D. forma parte de una práctica extendida en innumerables publicaciones y conforma una sección lateral aunque persistente y homogénea: el correo sentimental. 
¿Qué es el correo sentimental? Digamos, de forma muy esquemática, que es una o varias páginas de un medio gráfico o virtual, en donde se publican cartas de lectoras que narran sus desventuras amorosas y piden consejo. La carta, por lo general, está firmada con seudónimo o –como vimos- con iniciales. A continuación de cada una de éstas, se halla la respuesta con el consabido consejo. Éste lleva una firma general, muchas veces inscripta en el título de la sección –por ejemplo, “Consultorio sentimental de Pilar” . Nada más.
En el trabajo propuesto, abordaremos un análisis del género que conforman las cartas no tan íntimas de los consultorios sentimentales de las publicaciones vernáculas y, en la contemporaneidad, de los sitios web dedicados a los consejos amorosos. Para abordar dicho análisis, nos es indispensable partir de varias preguntas: ¿A quién le escribe el desesperado confidente? ¿A un extraño, ducho en las artes del amor? ¿O a todos los lectores curiosos de los amores ajenos? ¿Por qué escribe el que escribe? ¿Para qué? ¿A quién aconseja el consejero? ¿Al desdichado? ¿O a través de esa segunda persona es a todos que les habla? ¿Qué es eso que se escribe esperando que alguna vez el milagro se produzca?

Noticias de un género mayor

En el año 1965, en Buenos Aires, la editorial Siglo Veinte sacó a la venta un libro intitulado Las italianas y el amor y que su versión original llamaba Le italiane si confessano. Este extravagante libro es un compendio de cartas enviadas al consultorio sentimental, agrupadas por temas a través del estudio empírico e inductivo de Gabriela Parca. Algunos de éstos son: La famosa prueba, que, como dice la especialista (29), es tratado por el 6 por ciento de las 8000 cartas; Juegos peligrosos, “no obstante su escabrosidad”, según palabras de la misma (49), se trata en el 3 por ciento; otros temas tratados son Ha habido otro, Julietas y Romeos, Adúlteras o casi, etc. De este listado podemos extraer muchos de los tópicos que serán columna vertebral del género, pero también algunas características de la enunciación. Quien escribe es mujer –o cumple ese rol. Pero no es conveniente adelantarnos.
Si ya resulta extraño pensar una edición argentina de un compendio de cartas italianas a un correo sentimental de las pobres ilusas meridionales, también es extraño que la tercera edición haya sido prologada por Pasolini. “La primera impresión que se recibe leyendo estas cartas es que son extremadamente divertidas”, comienza diciendo; “diré más, (…) ha sido la lectura más entretenida que yo haya hecho en estos últimos años. (…) A veces tenía que interrumpir la lectura por la demasiada excitación que ella me provocaba.” (Parca 1965: 7) Así como este compendio transita ciertos parangones comunes en lo que se refiere a tópicos o estructuras, Pasolini da cuenta también de la homogeneidad del registro y se detiene en eso: “no había visto aún el idioma italiano medio realizado con tanta precisión y con tan destacado valor artístico”.
Es desde esta perspectiva que definimos el objeto de estudio de este trabajo, ya no desde las prácticas sino desde la textualidad. 
La noción de género discursivo precisa cierta previsibilidad en el uso del lenguaje. Una praxis social específica genera una regularidad discursiva que se plasma en el texto. Los enunciados producidos por las distintas esferas de la actividad humana son relativamente estables (Bajtin 1999). Las novelas policiales, las crónicas periodísticas, las cartas familiares, son muestras de esto. Pero existen ciertos géneros en los que esa relatividad se restringe y la estabilidad se acrecienta en favor de una estructura, un estilo y una temática más rígidos. Digamos, por ejemplo, que una carta familiar es más mutable que una necrológica, un poema que una carta al consultorio sentimental. 
Bajtin define al género discursivo como una regularidad en el uso del lenguaje, que es producto de una práctica social específica. El uso de un género discursivo impone restricciones temáticas y estilísticas. A su vez, cada género discursivo está integrado por secuencias textuales que dan conformación a los mecanismos composicionales. Aquellas que hacen de la carta sentimental una breve autobiografía amorosa son las secuencias narrativas y descriptivas, que aparecen como dominantes: presenta una sucesión de acciones encadenadas sobre un eje temporal, partiendo de una situación inicial, correspondiente con el tiempo de la enunciación, transcurre luego el raconto de los mojones crueles de la vida, y culmina con una coda en el aquí y ahora que enuncia la pregunta y pide el consejo .
Un ejemplo (Parca 1965: 66):

Introducción

“Soy siciliana y tengo 18 años,…”

Historia amorosa

“Cuando tenía 12 años me enamoré de un médico y él de mí, pero mi madre nos descubrió y me dijo que si seguía viéndolo me echaría de casa. Yo le conté esto a él, y él me propuso huir, pero yo no quise. Un día fui a su casa y me dijo: ‘¿Quieres venir al campo conmigo?’ y yo acepté y fui suya. Desde aquel día no encuentro la paz, y un día él me dijo que tenía que partir, y así se fue, pero supe que en Roma se había casado.”
Coda
“¡Créanme, sufro mucho! Ahora hay un joven que quiere casarse conmigo, ¿qué le debo decir, sí o no?”

Este pequeño ejemplo nos permite relevar otra condición de género que es la temática. Es envidiable cómo sufren. “Soy una chica de 20 años. Ante todo quisiera describir mi carácter pesimista: lloro tanto, que ahora estoy en un estado de agotamiento” (Parca 1965: 62). No hay condición posible de que la felicidad se cuele por la entrelínea. Así como existen caracterizaciones positivas en cuanto a la temática que definen a los géneros discursivos como tal, existen las restricciones, es decir, aquello que el género no permite. La carta que proponga algo así como: soy una muchacha que vivo feliz con mi marido, que es bueno y nunca me falló, etc., sería expulsada del catálogo de posibles. Es más, de forzar hipotéticamente su posibilidad, el lector estaría esperando que el fiel marido haya muerto de un síncope o que la enamorada quiera hacerse monja tan de repente. 
Así como podemos dar cuenta de que la desdicha es la temática abarcadora de las cartas al consultorio sentimental, los sub-temas que la riegan son: 
• el tabú del sexo y la culpa ante la caída; 
• el abandono y la ausencia; 
• la traición y el despecho. 
Resultan llamativas cierta universalidad y persistencia de estos tópicos. El sábado 7 de agosto de 2004, El nuevo diario, de Managua, publicó en el suplemento Ellas el siguiente testimonio:

“Tengo 18 años y tuve una adolescencia frustrada –podría decirse- y todo por querer ser popular. Estudiaba yo mi sexto grado y todos me conocían como la fresa y la tímida. Eso fue de 5to. grado hasta 4to. año, hasta que conocí a unas ‘amigas’ las cuales eran populares y conseguían todo lo que querían. 
Ellas estaban dispuestas a volverme popular, sin embargo yo no percaté que me metía en la boca del lobo y que ese grupo era conocido como ‘las fáciles’. Entré y me dijeron que lo único que necesitaba para conseguir a un chico era dejar que hiciera lo que quisiera conmigo, cosa que para mí no me resultaba porque mis padres siempre me enseñaron a respetarme. 
Aprendí a tomar, a fumar, etc. (…) En una fiesta, el chavalo que desde 2do. año me encantaba y que nunca se me acercaba, se me acercó para decirme que le gustaba y que si lo besaba. Entre beso y beso ya vos sabés, luego de tres meses mis padres hablaron conmigo para que me alejara de esas amistades y de mi ‘novio’, pero nos seguíamos viendo a escondidas y en eso quedé embarazada. 
Fue un golpe duro para mí y mi familia, pues traicioné su confianza. No tuvieron otro remedio que aceptar a mi hija y esto hizo que me separara de mis estudios y no pudiera terminar mi quinto año.(…)
El chico a quien amaba y el padre de mi hija la viene a ver y todo, pero no terminamos juntos porque él no me quería tal cual era. (…)
Estimado Cartero, espero que me publiques mi historia, pues sé que muchas chavalas a quienes les ha pasado esto leen tu espacio y les digo algo: nunca cambien su personalidad, y si desean ser popular séanlo tal y como son, sin necesidad de hacer cosas malas, pues los chicos no nos respetan.
(…)”

Como vemos, una a una se enumeran las claves semánticas esbozadas más arriba, como así también los mecanismos composicionales del género. 
De la misma manera, podremos analizar aquello que definimos como estilo: el ánimo de transformar una magra historia en un texto emotivo incita al uso de los recursos poéticos cristalizados, como por ejemplo, a la constante anticipación del adjetivo al sustantivo, a la profusión de adverbios de modo y metáforas y a la lexicalidad artificiosa.Todo esto nos acerca a las nociones del kitsch. 
Quizá esto se vuelva más plasmable en las respuestas de la profesional, que es quien maneja el estilo como se debe. La actualísima Revista Mía lleva la firma de la afamada Poldy Bird, autora del best seller Cuentos para leer sin rimmel, en la sección de consejos sentimentales. En un discurrir de la contestación a la sufriente Viviana, le dice: “Para que él vea todas las mariposas que tenés encerradas en tu pecho, aleteando en el cielo de tu corazón”(Revista Mía: Nro.772.)
Para Matei Calinescu (1987), el kitsch es uno de los rasgos estéticos típicos de la modernidad. Su ligazón con la cultura de masas y la reproducción técnica genera cierta caracterización estilística propia, derivada, a su vez, de cuestiones ideológicas, éticas y estéticas. El kitsch es, para el mismo autor, «una reacción contra el ‘terror’ del cambio y de la insignificancia del tiempo cronológico fluyendo desde un pasado irreal hacia un futuro igualmente irreal» (Calinescu 1987: 242). De esta manera podemos encontrar características formales, estilísticas y referenciales en las cartas cruzadas que las ligan al kitsch; esto podemos verlo también, como ya dijimos al tener en cuenta que las cartas sensibles constituyen un género con pautas formales sumamente rígidas, otorgándole lo que Harold Rosemberg caracteriza como predecibilidad: audiencia predecible, efectos predecibles y recompensas predecibles. 
Otros ejemplos: 
Mensaje de ida (pedido de consejo)
“Al fundirse nuestros cuerpos en uno solo por el fuerte apretón suyo, de sentados que estábamos nos encontramos tendidos sobre la hierba. Yo lo tenía abrazado y nos cambiábamos besos y promesas, no pudiendo ya separarnos por el ardiente amor que nos unía.” (Parca 1965: 75)
Mensaje de vuelta (consejo propiamente dicho)
“Por eso no podés dejar de vivir, de sentir, de amar. NADA nos garantiza de que todo salga perfecto, y que nunca sufriremos. ¡Nos prometieron un jardín de rosas…, pero las rosas tienen espinas! No por ello son menos bellas, no por eso dejan de alegrar al mundo.” (Revista Mía: Nro.772)
Advertencia (paratexto)
“La Dra. Corazones no tiene ningún título académico. Es doctora de las cosas del corazón diplomada en la escuela de la vida.” 
Moles trabaja el concepto de objeto kitsch como aquel con “ornamentación a ultranza” (Moles 1990: 56), un constante fenómeno de la desproporción. Pero es el concepto de redundancia el que más cuadra con el corpus que analizamos. La repetición y la acumulación son características del kitsch, según define Eco, “cebo ideal para un público perezoso” (Eco 1999: 87). Esto provoca un mensaje unívoco, contrario a la ambigüedad poética. “Es kitsch aquello que se nos parece como algo consumido; que llega a las masas o al público medio porque ha sido consumido; y que se consume (y, en consecuencia, se pauperiza) precisamente porque el uso a que ha estado sometido por un gran número de consumidores ha acelerado e intensificado su desgaste” (Eco 1999: 113).

La enunciación femenina o el hombre lobo de la mujer

El consultorio sentimental es una sección de las llamadas revistas femeninas. Tanto quien pide consejo como quien aconseja debe ser mujer. El hombre es el otro que acecha para hacerlas caer o, como juicio más benigno, el ser que hay que desentrañar. 
La tipología de mujer enunciadora se puede especificar aun más: es en el decir del propio enunciado que se vuelve activa, mientras que en lo dicho, se asume sumisa ante la fatalidad, a la que las cosas le pasan porque sí. No es activo el rol, y cuando acciona, se equivoca, cae y siente culpa por eso. 
“Un día de verano salimos al campo en su Lambretta, nosotros dos solos, y allí me ocurrió lo más feo que pueda ocurrirle a una chica, o sea fui suya. Yo temía que después de lo ocurrido ya no me habría querido, en cambio me demostró lo contrario, quiso conocer a mis padres y ahora viene a casa casi todas las noches. Hace un año que estamos de novios, yo lo quiero mucho, él también dice que me quiere de veras mas no sé si creerle o no, después de lo que me ha pasado”. (Parca 1965: 41) 
Para que la consejera tenga autoridad, obviamente debe ser mujer también. Ella las entiende, es su par, y comparte el lugar de una frente a lo otro.
“Aunque dicen que ‘mal de muchos consuelo de tontos’, ¡cada día hay más hombres que proceden como el que describís! No van por un camino, zigzaguen por él. No se enamoran…, ‘experimentan’. No toman decisiones porque están indecisos. No responden, porque no conocen, no saben, no meditan acerca de su realidad y sus sentimientos, y no tienen respuestas. Son los ‘ni’. Nunca se sabe cómo procederán, qué harán, si van o si vuelven… Pero me parece que ni van ni vuelven: sólo HUYEN .” (Revista Mía: Nro. 772)
En un cuento de Rubem Fonseca, “Corazones solitarios” , el narrador, cronista asalariado de una editorial de magazines, es designado a cargo de la sección de correo sentimental. Lo primero que debe asumir es su nombre falso, de mujer por supuesto: Clarice Simone . Varias aristas se abren en este cuento para nuestro análisis. El redactor no sólo debe inventar una a una las respuestas a las cartas en nombre de Clarice, sino también las mismísimas cartas deseosas de consejo que las preceden. El conflicto central del cuento aparece cuando en cierto número de la publicación sucede el escándalo: una carta de varón. Su jefe lo reprende diciendo: “Todas las cartas deben ser de mujeres” y él le contesta que esa, por primera vez, es verdadera. Luego, el cuento proseguirá hacia una pesquisa, dando cuenta de que quien la envió con razones ciertas de consejo fue el propio patrón de la cuadra y estaba enamorado desdichadamente de otro hombre. 
Lo femenino o la feminización prima en las cartas al Correo Sentimental, y así debe ser quien pide y quien da, circunscribiendo la retórica a pares frente al otro que no se sabe que se trae entre manos.

La revancha de Goliath

“Lo que distingue a una parodia de una imitación es la relación dialéctica que la parodia establece con su modelo, mediante el cual el modelo es recubierto sólo parcialmente para lograr, de ese modo, a partir de la relación mutua, un nuevo sentido”, dice Saer en el prólogo a Zama (Di Benedetto 2000: 6). Por consiguiente, podemos decir que la parodia es el arrebato de las características de un género y el trastocamiento de alguno de sus elementos para lograr determinados sentidos. 
Los textos que revisten cierta rigidez –discursos escolares, policiales, horóscopos– son tierra fecunda para la parodia. El parodiar significa crear un doble destronador, un mundo al revés (Bajtin 1988:179). Y es este uso paródico, este mundo al revés, el que también nos permite ver las características positivas del género a través de su análisis.
Una sección de la revista mexicana Huandacareo es el Consultorio Sentimental. Veamos algún caso:
“Pregunta: Mi marido se da la vuelta y se pone a dormir después de hacer el amor conmigo. Nunca tenemos tiempo de hablar. ¿Qué puedo hacer? 
Respuesta: Hacer el amor es una labor difícil para el hombre. Y, lógicamente, después necesita descansar. De hecho, cuanto más te ama, más esfuerzo le representa hacerte el amor y, en consecuencia, necesita más descanso. Deja de presionarlo sobre este punto. Lo mejor que puedes hacer es comprarle un regalo bonito y caro, cocínale una buena cena y no vuelvas a comentarle este aspecto de su comportamiento.” 
El estilo y la estructura se corresponden tanto en el pedido de consejo como en su respuesta. Lo imprevisible y, por ende, la parodia es la condescendencia con el género masculino. 
De esta manera, exagerando los rasgos positivos y negativizando sólo alguno de éstos, se logra el efecto paródico que torna eficaz el disparate. La parodia es mucho más notable en géneros inmutables, cristalizados.

Te escucho

Lo que también evidencia el cuento de Fonseca es la duda que merodea este tipo de prácticas: la sospecha de que todo esto no sea más que una pantomima que inventa a una desesperada escribiendo al consultorio y a una comprometida profesional que le aconseja, un juego de roles urdido como ejercicio de la ficción. Quizás esta posibilidad lleve al desencanto del lector, deseando que existan, más acá del papel, esas desamadas tales como:
“También a mí me ha llegado la hora de pedirles ayuda. Soy una muchacha de 18 años, pequeña, con las piernas torcidas, sin busto, y mi cuerpo es como un poste de luz. Como ven, un monstruo no es peor.” (Parca 1965: 130)
O esas historias tan crueles:
“Tengo 16 años y una hermana que está de novia con un joven, y después de algunos meses me di cuenta que también yo lo quería. Fue así que mi cuñado me pidió una cita y yo se la concedí, y así que en pocos minutos perdí mi honra. Ahora hace dos meses que me he dado cuenta que espero un chico y no sé cómo decirlo en casa, porque mi hermana ya tiene hecho el traje blanco para casarse el mes que viene.” (Parca 1965: 85)
Aunque exista dicha suspicacia, las historias dispuestas a ser exhibidas como en una galería de suplicios deben ser leídas dentro de un pacto de veracidad, donde el monstruo es una pobre niña que uno podrá encontrarse en el subterráneo, si se mira bien.
¿Quién es el lector ideal de la carta íntima? ¿a quién le escribe la desdichada? ¿al consejero, referido por la segunda persona? ¿a sus pares, tan tristes como ella? ¿al público general, compasivos en su tormento? 
En el género carta abierta que publica un diario, con motivo de, por ejemplo, una denuncia, existe una segunda persona formal, aunque se sabe que el enunciatario es el público general: Señor Presidente de la Nación,…. El género no prevé una respuesta formal del explicitado del estilo Señores abajo firmantes… De distinta manera, en una carta al consultorio sentimental existen enunciatarios múltiples: uno, el explicitado, el consejero, a quien se pide opinión y de quien se prevé una respuesta: Querida Confundida:…; dos, el público de la revista, en general pares, tan desdichadas como una. Tanto, que en innumerables oportunidades, una carta se monta a la otra: “Yo también soy una joven de veinte años y quisiera decir a aquella que firma ‘Deshonrada que llora’ que a mí también me ocurrió lo mismo que a ella” (Parca 1965: 55)
Como superación hipertextual de este último caso, se dan en la Internet portales que democratizan el consejo a partir de un caso :
“soy humillada
fecha: agosto 2, 2005, 1:57pm
hola estoy casada y tengo 24 años deseo por favor me ayuden pues he tratado de reconquistar a mi esposo porque el dice ya no quererme y me humilla como mujer como ser humano, como todo me hace sentir muy pequeña a su lado me dice que estoy llena de errores y el nunca ha fallado en la relación y que dejo que me insulte porque yo lo quiero así, (…)
Re: soy humillada
Responder #1 fecha: Agosto 2, 2004, 4:45pm
Mi querida amiga, lo primero q debes hacer es conversar con tu pareja sobre lo q esta pasando, segundo no tienes porq dejar q te humilles, acaso no te quieres ah? (…)
Re: soy humillada
Responder #2 fecha: Agosto 3, 2005, 3:26am
Ante todo tienes que aprender a quererte, a valorarte como persona, como humano, como mujer, no dejes que nadie te pise. (…)
Re: soy humillada
Responder # 3 fecha: Agosto 3, 2005, 1:23 pm
(…) Lo que intenta es cansarte y que te vayas. Yo que tú le hablaría mucho con él y le dejaría bien claro que si hay alguien que no merezca la pena es él, porque tú estás muy por encima. (…)”

Algunas conclusiones

Barthes, en Fragmentos de un discurso amoroso, dice que como deseo, la carta de amor espera su respuesta; obliga implícitamente al otro a responder, a falta de lo cual su imagen se altera, se vuelve otra (1998: 52). La carta al consultorio sentimental también la espera, y la explicita de una manera audaz o también desesperada: 
“No sé si publicarán esta carta; tal vez no se sentirán de admitir que toman este asunto a la ligera, pero si realmente desean hacer bien no sólo a mí, si no a tantas chicas, contesten.” (Parca 1965: 46) 
Pero quizá, el premio del caso no sea tanto la respuesta, es decir, el consejo , sino la publicación, la letra de molde, que todos sepan su sufrir. 
Aunque las cartas al consultorio sentimental parecen escritas como en voz baja, con el discurso confesional propio del rito religioso o de la sesión de análisis, ese susurro está amplificado en la medida que es una carta que desnuda a sí mismo zonas pudendas con cierto ánimo exhibicionista, como un baile para que se vea detrás del ojo de la cerradura, por favor.

Notas

www.geocities.com (Marzo de 2005)
www.elalmanaque.com (Marzo de 2005) 
En el análisis del relato que hace Labov (1972) se da esta estructura que presentamos, con los nombres de: orientación, complicación y coda. Los usos son los mismos. Labov agrega dos elementos: el resumen y la evaluación. Sobre el resumen, explica que encapsula el propósito del relato y responde a la pregunta ¿qué se trata? Cabe aclarar que Labov trabaja fundamentalmente con los relatos orales de experiencia personal, en donde esta cláusula es la guía, mientras que en relatos como los que nosotros estamos analizando está suplida por los elementos paratextuales tales como títulos, subtítulos, ubicación en la sección del medio gráfico, etc. La otra cláusula es la evaluación que, explica Labov, es el medio usado por el narrador para indicar la razón por la cual cuenta el cuento: su razón de ser y qué propósito persigue el narrador. Respondería a la pregunta: ¿y qué es lo interesante? Siguiendo con la traslación entre la estructura de relato presentada por Labov, podemos dar cuenta de esta cláusula en la propia truculencia de la vida, magnificando acciones menores, ya que al transitar historias de vidas grises – no presidentes, no criminales, no artistas encumbrados ni extraordinarios deportistas – está el ánimo de resaltar con adjetivos calificativos y adverbios de modo pequeñas vidas que fuercen la razón de ser publicada en un medio gráfico. 
Las cursivas son mías.
www.geocities.com (Marzo de 2005)
Mayúscula en el original.
www.letrasdechile.com (Marzo de 2005)
Oscar Hermes Villordo publicó una novela llamada, literalmente, Consultorio sentimental. Para hacerlo, aprovechó una curiosa experiencia como redactor de una revista femenina, donde contestaba las cartas en la sección “Secreteando” bajo el seudónimo de Luisa Lenson. Igual destino le tocó a Gino Germani en los años cincuenta en la revista Idilio.
www.huandacareo.net (Abril de 2005)
La portada de Noelias.com, presenta una reglamentación oficial del foro: “1. Prohibida las críticas destructivas como el juzgar a las personas ya que nuestro objetivo es ayudar en un entorno de respeto 2.Prohibido el uso de lenguaje inapropiado (…) 5. Prohibido comentarios racistas 6. Prohibido insertar fanatismo religioso en los foros 7. Prohibido despreciar y criticar usuarios por cuestiones de religión 9. Las respuestas o comentarios a los temas deberán tener tendencia neutra en la que no influyan creencias, posiciones sociales y racismos 10. Se prohibe la publicación de mensajes calumniosos, falsos, que degraden a las personas, que revelen datos personales que generen violación de la intimidad de las personas y afines 11. Se respeta la libertad de las personas al publicar, no obstante los Moderadores tienen la potestad de regular las publicaciones dentro de los lineamientos de la comunidad Noelis.com 13. El objetivo es ayudar a las personas a alcanzar el equilibrio y el bienestar”
www.noelias.com (Agosto de 2005)
Tanto, que en Consultorio Sentimental de El nuevo diario, bajo la firma “La expreocupada”, se escribe: “simplemente quería agradecerle por la respuesta que me diste hace un tiempo (era “la preocupada” con el problema de amistad). Bueno, ya solucioné el problema y entre los dos está todo bien (aunque la publicación salió mucho después de que yo hablara con él).” (Martes 24 de febrero de 2004)

Bibliografía

• A.A.V.V. (1992) Industria cultural y sociedad de masas. Caracas: Monte Avila.
• Arnoux, E. (1988) Curso completo de semiología y análisis del discurso. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires.
• Bajtin, M. (1977) Estética de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI.
• ——- (1994) La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais. Buenos Aires: Alianza.
• ——- (1988) Problemas de la poética de Dostoievski. México: Fondo de Cultura Económica.
• Barthes, R. (1988) Fragmentos de un discurso amoroso. Madrid: Siglo XXI.
• Benjamin, W. (1973) Discursos interrumpidos. Barcelona: Taurus.
• Broch, H. (1970) Kitsch, vanguardia y arte por el arte. Barcelona: Tusquets.
• Calinescu, M. (1987) Cinco caras de la modernidad. Madrid: Taurus.
• Di Benedetto, A. (2000) Zama. Barcelona: AGEA.
• Dorfles, G. (1973) El kitsch. Antología del mal gusto, Barcelona: Lumen.
• Eco, U. (1988) Apocalípticos e integrados. Barcelona: Lumen.
• Foucault, M. (1996) La vida de los hombres infames. La Plata: Altamira. 
• Genette, G. (1989) Palimpsestos. Madrid: Taurus.
• Moles, A. (1990) El kitsch. El arte de la felicidad. Barcelona: Paidós.
• Parca, G. (1965) Las italianas y el amor. Buenos Aires: Siglo Veinte.

Ponencia presentada en el VI Congreso Nacional de la Asociación Argentina de Semiótica desarrollado en la Ciudad de Buenos Aires durante el mes de abril de 2005.