París, viernes 6 de octubre, 1967

Mi querida:


Estoy rodeado de cartas tuyas de agosto y septiembre, pero no me llegan cartas nuevas. Trato de no preocuparme, de pensar que el correo tendrá la culpa y que pronto leeré noticias recientes tuyas y de Marta. A Sieyès le dije que sí, que tu única preocupación era Marta; decirle que éramos Marta y yo, aunque más exacto, hubiese sido, también, ridículo y presuntuoso. 
Hoy voy a ver una pieza de Ustinov, en el teatro des Ambassadeurs. 
El té comprado es el Caravan de Ridgeways; delicioso, parecido al Saccone Speed, que ya no existe. ¿Llegaron a Bue nos Aires a Usher las Vita Weat que esperábamos? Yo he de llevar unas cuan tas cajas. 
Sobre la fecha de mi vuelta todavía no te digo nada, porque no puedo fijarla con precisión. Están de nuevo en París los que estaban de vacaciones: La Rochefoucauld, Laffont, el director de Denoël. Si puedo iré por una semana a Italia y a Suiza. En total, París y viaje no me llevará mucho más de un mes. Vale decir que a mediados de noviembre, salgo para allá o quedo esperándolas, tal como ustedes resuelvan. Este viaje, para nosotros tan largo, para mi salud, alma, etcétera, ha sido necesario. Creo que en Buenos Aires iba por mal camino: cansancio, vejez, nervios, enfermedad. Me saqué todo eso de encima. A veces me asombro de no estar cansado. Cuando me acostaba del lado derecho, me dolía el hígado. Ahora duermo del lado derecho o del izquierdo, o como quiera, y me despierto sin dolores. Hace tiempo que no me sentía tan desentumecido y sano. 
Te extraño.

A.


P.D.
Tengo ropa contra el frío. Un saco largo de cashmere, azul. 

Publicada en En viaje, Buenos Aires, Norma, 1996