Prólogo a Sarmiento-Frías. Epistolario inédito

Ana María Barrenechea

Hace un tiempo que un equipo de investigadores del Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas «Dr. Amado Alonso» dirigido por mí está ocupándose de rastrear, fotocopiar, fichar, transcribir, clasificar y estudiar el epistolario inédito de Sarmiento acompañado de las respuestas de sus corresponsales en cuanto sea posible encontrarlas. Trabajaron en la mayor parte o en la totalidad de las etapas de esta edición: Élida Lois (coordinadora del grupo, que realizó además la transcripción diplomática de los manuscritos, el aparato crítico y la anotación de temas lingüísticos y culturales), Lucila Pagliai (que se ocupó particularmente de la anotación explicativa de temas políticos y literarios y de preparar los apéndices documentales) y Paola Cortés Rocca (que tuvo a su cargo el procesamiento de los textos y secundó todas las tareas mencionadas). Estas tres investigadoras controlaron los originales y confeccionaron los diversos índices. Colaboró también en tareas de control y anotación Teresa Sánchez García-Cuevas, quien se encargó de la catalogación del material documental del proyecto. Dos valiosos integrantes del equipo, Beatriz Tuninetti (recientemente fallecida) y César Álvarez (antes de su prematura muerte que tanto lamentamos) relevaron la mayor parte de los documentos publicados. En la recolección de estas piezas, trabajó parcialmente Gustavo Bombini.

No puedo dejar de mencionar muy especialmente a Javier Fernández por haber puesto siempre a nuestra disposición su importante archivo documental y bibliográfico y por haber orientado muchas de nuestras pesquisas. Agradezco también al Director del Archivo General de la Nación , Miguel Unamuno, por habernos allanado las dificultades para acceder a un material histórico particularmente relevante.

Personalmente he publicado y comentado en revistas y homenajes algunas cartas sueltas de Sarmiento, (1) pero éste es el primer volumen de conjunto que presentamos.

Se nos ofrecían dos opciones: reunir todas las cartas de Sarmiento y sus corresponsales a nuestro alcance para publicarlas cronológicamente ordenadas por fecha de emisión, o editar por separado el epistolario del autor con cada uno de los que se cartearon con él más frecuentemente. Ambas elecciones tienen sus pro y sus contra.

La primera permite ver aunque sea parcialmente las reacciones de Sarmiento en las diversas circunstancias de su vida ante los problemas que lo acosaban, los proyectos en los que se había embarcado, los sueños que deseaba concretar.

Pienso en las épocas de elaboración y publicación de sus grandes obras, en el momento de la muerte de Dominguito, en sus campañas por la presidencia la que fue un éxito y las que fracasaron, en las guerras con el Chacho o con López Jordán, y tantas otras situaciones cruciales.

Esta solución facilita también el descubrimiento de marcas constantes de su carácter, del modo en que leyó su experiencia, la escribió y actuó para trasformarla a través de su escritura. Por ejemplo, podrían citarse: los proyectos que siempre lo solicitan, la imagen de sí que insiste en presentar, la preocupación por la difusión de su obra, el voluntarismo de su escritura, las actitudes polémicas y pasionales que conviven con el ejercicio de la razón para hallar las causas socio-históricas de los acontecimientos, la mezcla de tonos retóricos, tiernos, humorísticos, mordaces, la alternancia de lo anecdótico y concreto con lo universal y abstracto.

La mayor debilidad de esta organización de la correspondencia consiste en que al abarcar la totalidad de su relación epistolar, ésta termina por perderse en la selva de materiales heterogéneos que se ofrecen con diferente nivel de importancia.

La segunda opción editorial se relaciona con el carácter de diálogo que se atribuye a la matriz epistolar y revela mejor sin duda la adecuación estratégica al destinatario y su dimensión predominantemente pragmática en Sarmiento, quebrada a veces por momentos en los que brotan manifestaciones de su temperamento o convicciones irrenunciables, aun en contra de sus intereses.

Los materiales así limitados son más manejables sincrónica y diacrónicamente, siempre que vayan acompañados de notas que los contextualicen y los enlacen con otros de una esfera más amplia.

Sin duda la lectura insular que privilegia el diálogo por parejas de corresponsales debe balancearse a través de notas y referencias trasversales que conecten a Sarmiento con los múltiples receptores simultáneos con los que establecía redes de influencias constantes, y ofrezcan así el abanico de sus estrategias en cada coyuntura. Los desarrollos de la informática resolverán cada vez más fácilmente dichos problemas.

En este primer volumen que ofrecemos he optado por publicar el epistolario Domingo Faustino Sarmiento-Félix Frías que nos había sido sugerido como prioridad por la Universidad de Buenos Aires.

La correspondencia entre Sarmiento y Félix Frías que hemos rastreado no iguala a otras conocidas colecciones, por ejemplo la de Sarmiento con Posse, con Lastarria, con Mitre (mucho más si en este caso se hubiesen publicado juntos todos los ricos materiales que es posible recoger de ambas partes).

Publicamos 47 cartas (34 de Sarmiento y 13 de Frías), las únicas que hemos podido hallar, acompañadas de apéndices. En una primera época predominan las enviadas por Sarmiento desde la iniciación del intercambio epistolar, aunque Frías debió de contestarle asiduamente, por las alusiones que aparecen consignadas por su amigo. La primera la escribió desde Santiago de Chile y la envió a Valparaíso donde residía Frías, el 11 de noviembre de 1843. En ella expresa claramente el deseo de mantener una relación fluida en razón de las afinidades que los unían: «[…] que a juzgar por mi mismo [dice Sarmiento] estaria basada en mil simpatias de principios, de ideas, de patria, de causa, &a» (f.1 v.).

Desde entonces hasta el 21 de mayo de 1848, cuando le remite una «carta de introducción» porque Frías viaja a París, contamos con 22 piezas escritas por Sarmiento y sólo una de Frías (del 19 de febrero de 1844).

Durante el período en que éste vivió en París (desde mediados de 1848 hasta 1855, cuando regresó a Buenos Aires) la correspondencia escasea, no tanto porque no se haya conservado (aunque hay indicios registrados de una carta perdida de Frías) (2) sino porque ambos no debieron de escribirse con frecuencia. De ese lapso hemos rescatado 3 cartas de Sarmiento a Frías, dos de las cuales comentaré más adelante.

En 1856, ambos coincidieron en Buenos Aires donde se instalaron durante la presidencia de Mitre, hasta que Sarmiento fue nombrado Gobernador interino de San Juan. Aunque no era esperable que entonces se escribieran, tenemos tres breves notas de Sarmiento a Frías: una probablemente de 1856 en la que le envía dos copias de un proyecto de educación y le pide apoyo en la cámara; otras dos de 1861 con motivo del terremoto que asoló a Mendoza, para mandar socorros por su intermedio.

Nada hemos conseguido de las controvertidas épocas en que Sarmiento fue gobernador de San Juan y, luego, ministro concurrente ante Chile y Perú (durante la presidencia de Mitre). Hay indicios de dos epístolas perdidas enviadas después desde los Estados Unidos por Sarmiento a Frías. Una, del 20 de abril de 1867, la menciona su corresponsal el 26 de julio de dicho año (seguramente por haber defendido en el Senado la patriótica labor que Sarmiento desempeñó durante la guerra del Paraguay cuando la acción argentina era atacada en la república del Norte y en Buenos Aires se pedía la suspensión de nuestra embajada en ese país por inoperante.) Otra del 20 de setiembre de 1867 fue consignada también por Frías el 11 de enero de 1868.

En cambio publicamos las dos cartas de Frías antes indicadas que interesan tanto o más por lo que callan que por lo que expresan. En la de 1867 le manifiesta que nada tiene que agradecerle por su defensa, totalmente merecida; en la de 1868 predice apocalípticamente los desastres que se desencadenarán durante las elecciones presidenciales de ese año, sin aludir a la candidatura de Sarmiento, que sin duda conocía en esa fecha. Ya estaban circulando los nombres de los candidatos desde 1867, según lo atestigua la carta de Sarmiento a Mitre de julio de ese año, desde París ( Archivo del General Mitre I, 1911, 21), y siguió hablándose a fines de 1867 (carta del 22 de diciembre en Archivo 1, 1911, 72).

Durante la presidencia de Sarmiento (12 de octubre de 1868-1874) Frías actuó como Ministro Plenipotenciario de la Argentina ante Chile y ha quedado correspondencia personal entre ambos, cerrada por una carta elogiosa de Sarmiento en la que también hace un balance de su actuación, que comentaré más adelante. Este grupo está formado por 13 piezas en total: 5 del primero y 8 del segundo. Además obran en nuestro poder copias de la correspondencia oficial dirigida por Frías al Ministro de Relaciones Exteriores, la cual completa los informes de su actuación y por eso, cuando se considera de interés, se publica en los Apéndices (a veces con memoria anual del embajador y con documentos de los cónsules argentinos).

Cuatro piezas cierran la colección: dos de 1877 y dos de 1878. Las dos últimas corresponden a extensas cartas abiertas en las que polemizan sobre la llamada «conciliación». Ambas han sido ya publicadas. La de Sarmiento en La Tribuna, 31 de mayo y 1º de junio; la de Frías (que se transcribe con variantes de tres textos: manuscrito hológrafo, apógrafo con correcciones de Frías y 1° ed. en Escritos y discursos , Buenos Aires, Casavalle, 1884).

El acervo presentado proviene de una documentación repartida en dos bloques: uno formado por las cartas de Sarmiento guardadas por Frías (ahora en el Archivo General de la Nación [Argentina]); el otro con las de Frías que están hoy en el Museo Histórico Sarmiento, aparte de algunas conservadas en impresos y en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Las circunstancias no han favorecido en este caso la preservación de un intercambio epistolar que en la primera época chilena debió de ser rico por los intereses de exiliados antirrosistas que los unían, a pesar de que ya entonces habían manifestado modos diversos de pensar: el uno, progresista y laico; el otro, tradicionalista y católico, aunque independiente en sus enfoques.

Entre los puntos de mayor interés en esta colección corresponde destacar en la época chilena inicial los comentarios de Sarmiento sobre su reforma ortográfica, que abarcan las once primeras cartas y podrán seguirse por las notas aclaratorias y la documentación con impresos del Apéndice I. También se alude al problema del derecho a la libre navegación de los ríos y a sus consecuencias económicas y a veces políticas (por ejemplo en la carta del 12 de abril de 1845, Sarmiento indica que Inglaterra aprovechará la situación de guerra en el Río de la Plata para favorecer la secesión del litoral junto a su anexión al Uruguay y vuelve sobre sus inquietudes en ese sentido con la del 12 de abril de 1845).

Se traslucen además los trabajos de la red de emigrados argentinos en Chile que conspiraban en combinación con emigrados de Bolivia y alcanzaron áreas inesperadas de Sudamérica, como en el caso de Juan Andrés Ferrera (llamado Ferrere por Sarmiento, que luego adopta el seudónimo de Adolfo o Augusto Fisher: cfr. cartas del 18 de marzo y 12 de abril de 1845 y Apéndice III, 5,6,7 y 8). No faltan en estos años los comentarios sobre el efecto que producen sus obras introducidas en la Argentina (por ejemplo Vida de Aldao , el 12 de abril de 1845) o las que planea (ibidem, la de Quiroga). Tampoco falta el realce de su protagonismo como enemigo de Rosas y víctima de sus maquinaciones, destinado a vencerlo y sustituirlo para bien de la patria.

Las relaciones de ambos corresponsales no siguen un proceso que dibuje una línea regular, sino que va por caminos a veces sinuosos. En efecto, al cortarse la convivencia en Chile por viajar Frías a París, se quiebra la comunidad íntima de exiliados con los mismos horizontes de expectativa y por lo tanto, se distancian en el tono de las relaciones epistolares.

Frías comienza a manifestar: a) que están en polos ideológicos opuestos, b) que sin embargo desea conocer lo que escribe por respetarlo en el plano intelectual, y c) que prefiere no discutir por carta sus diferentes posiciones pero en cambio le enviará sus puntos de vista sobre ética y política, actitudes que repetirá en otras ocasiones en que están más o menos distanciados, por ejemplo en la carta del 26 de julio de 1867. Sarmiento, por su parte, le manda repetidamente sus libros para que promueva los comentarios en la prensa francesa como un medio de favorecer su futura candidatura a presidente de la Argentina cuando Rosas sea vencido. En la epístola antes citada se trata de Viajes Educación Popular , en la siguiente, del 23 de noviembre de 1850 de Viajes Educación popular Recuerdos de Provincia , y Argirópolis . Sobre esta última obra se extiende más largamente porque en ese momento la considera su propuesta más importante para apoyar sus aspiraciones presidenciales, que Frías no comparte, según ha sabido por comentarios indirectos (en este caso de Champgobert).

Sin embargo, a pesar de estas y otras diferencias, con posturas cada vez más independientes de Frías, que no sólo se revelan en el epistolario sino en las discusiones sobre la reforma de la Constitución Nacional de 1853 que se reunió en Santa Fe en 1860, (3) Sarmiento lo eligió durante su presidencia como representante de la Argentina en Chile, apreciando la rectitud de su conducta. La posición de Frías fue entonces de absoluta subordinación a su política exterior y a las órdenes emitidas por la cancillería.

En esta etapa los informes de Frías desde la embajada chilena tratan las relaciones con los caudillos hostiles refugiados en países limítrofes, los problemas fronterizos con los indígenas en su relación con los malones, el robo de ganados y su contrabando a Chile por la cordillera (el caso de Orélie «emperador de la Patagonia «). El punto más dramático y conflictivo entonces corresponde a la disputa de los límites con Chile cuando el ministro chileno Ibánez suscita la cuestión del derecho de su país a la Patagonia. Sarmiento desea entonces renunciar a su investidura para no perjudicar al país y tomar el puesto de simple ciudadano con el objeto de defender la soberanía de la Argentina y defenderse a sí mismo.

Frías insiste en separar a Sarmiento de la polémica con Ibánez, en preservar su posición intocable de presidente y jefe del Estado argentino, y en que Sarmiento delegue en él, es decir en su ministro plenipotenciario en Chile, todo el manejo de las relaciones con dicho país, confiado en su pericia diplomática, en su capacidad dialéctica y sobre todo en la carga de argumentos inobjetables que es capaz de acumular y de manejar con habilidad. El Apéndice II reúne la documentación pertinente sobre las actividades de la legación argentina en Santiago de Chile durante la presidencia de Sarmiento y especialmente la del conflicto de límites (1867-1877), prolongado tres años después de su entrega del poder.

Al concluir en 1874 su período presidencial Sarmiento le escribe a Frías en un tono profundamente afectuoso poniendo en primer término la confianza con la que se apoyó en él durante esa época y haciendo un balance de su propia obra. Los matices de su prosa son sin duda más serenos que los de la época juvenil, por el tiempo transcurrido, pero parecen volver a la cercanía de sentimientos de aquellos días. Años más tarde, a pedido de Frías, que continúa preocupado por defender los derechos argentinos en las cuestiones de límites, Sarmiento le responde en carta del 19 de marzo de 1877, que le enviará los papeles que solicita.

El interés de la correspondencia que presentamos y de los comentarios con que la acompañamos en notas a pie de página, radica no tanto en que se aporta alguna documentación nueva o complementaria sobre estos temas, sino en las estrategias que cada uno de los corresponsales deja al descubierto y hasta llega a tematizar, por la oportunidad que el modelo epistolar ofrece para este tipo de observaciones que no suelen incluirse en otros géneros.

En lo que respecta a Sarmiento conviene destacar la carta de esta colección más reveladora de su «política epistolar», escrita entre el 20 y el 23 de febrero de 1844, con la recomendación de «Rreserbadisimo!» al comienzo y «Rreserbado» al final. (4)

Otras dos piezas posteriores que comento en este texto introductorio son, aunque menores, también ejemplos transparentes de dicha política. Como se comprueba, nuestra colección ofrece, por una parte, estos y otros testimonios de interés para conocer a Sarmiento como escritor y hombre político. También ofrece testimonios sobre Félix Frías, figura mucho más borrosa de nuestro pasado, pero sin duda con un tipo particular de retórica, digna de ser desmontada en sus engranajes para seguir los cambios que la estrategia le va imponiendo, paralelos a sus cambios de relación con Sarmiento y a las modificaciones de los contextos históricos.

En la primera etapa de convivencia en Chile, siendo ambos exiliados antirrosistas, se acentúan las confluencias que el mismo Sarmiento subraya. Más tarde, el 29 de noviembre de 1849 le escribe desde Santiago de Chile a París. Probablemente se trata de la primera carta que le envía desde que lo despidió con notas de recomendación (o por lo menos es la primera que conservamos). En ella vuelve a pedirle que lo apoye haciéndole propaganda (después de la reservadísima , de la que puede leerse aparte el comentario al final de este prólogo). Ahora busca un resultado de más importancia y más ambicioso: obtener la presidencia de la República en un futuro que cree cercano, cuando Rosas sea derrotado. El tono ha cambiado con la distancia como dije, faltan la extrema espontaneidad y confianza en las relaciones con el amigo, las burlas sobre sí mismo, los consejos de que él mezcle alabanzas y admoniciones paternales sobre algunas actitudes no recomendables de sus escritos polémicos, en definitiva no aparece aquí la indicación desenfadada y sin inhibiciones de sus propios valores y de las estrategias que deberá emplear su amigo para favorecerlo.

En esta ocasión comienza por ponderar al destinatario, continúa con la retórica de la «excusatio propter inuirmitatem» acerca de la importancia de dos nuevas obras que le envía (Viajes Educación popular), «trabajos, como V. verá subalternos, adaptados a nuestras necesidades americanas i apenas dignos de fijar por un momento la atencion de la prensa francesa». Un cambio brusco, después de estas líneas citadas lanza a Sarmiento a un extenso y elocuente desarrollo de su curriculum: finalidad política de sus obras, su campaña en la prensa periódica (La Crónica), su doble labor de ataque al tirano (que no deja de perseguirlo) y de fomento de empresas civilizadas en Chile, las traducciones de Facundo y otros escritos suyos, etc.

La conclusión de esta página (f. 1 y.) autoelogiosa en tono mayor (retomada en fragmentos posteriores) desemboca en el pedido de que Frías escriba («que V. ponga su brillante pluma») y también que fomente en la prensa francesa comentarios elogiosos que de rebote favorezcan su candidatura para sustituir a Rosas cuando llegue el momento. El argumento más fuerte para esa candidatura radica en la ausencia de unitarios (asesinado Varela) y sobre todo en que el general Paz ha «perdido su prestigio», por lo cual sólo queda un hombre como él apoyado por Frías («y otros jóvenes») para esa empresa que antes definió así: «Seria para mi la gloria mas pura, llegar un dia a influir en los destinos de mi pais, sin otros medios que las buenas ideas, la sanidad de los propósitos i sin otro auxilio que el de los hombres ilustrados de Europa i América, que me favorezcan con sus buenos conceptos, ante la opinion publica» (fundiendo con la jerarquía del grupo que desea como jueces, la alta calificación del solicitado como apoyo).

La posición adversa de Frías, que sigue apoyando la candidatura de Paz, le llega a través de Champgobert. El 23 de noviembre de 1850 Sarmiento (contestando una carta de Frías que se ha perdido) responde con un tono burlón (con comentarios que ridiculizan por dos veces la admiración del amigo acerca de Montalembert) sin cuidarse ya de captar su benevolencia con halagos. Sin embargo no deja de reenviarle las dos obras, que se habían perdido antes y añadir Recuerdos de Provincia Argirópolis . De esta última agrega unas líneas ponderativas («la única [solución] noble, creadora, grande, duradera») al principio y al final de la epístola, reiterando el pedido de apoyo a Frías para difundir su obra. Al volver sobre su propia candidatura repite el juicio lapidario acerca de Paz. «[…] es un hombre que ha terminado moralmente su carrera i los hombres nuevos que se han levantado en la opinion son demasiado robustos para tomarlo de muleta para mantenerse en el poder.» Una vez más y en forma acentuada Sarmiento deja libre su pluma en esta ocasión y aventura dichos que pueden provocar efectos adversos a lo que tanto desea alcanzar.

En resumen, durante el período intermedio se mantiene cierta cordialidad pero más distante e independiente, con las diferencias personales y el estilo de ambos. Sarmiento acentúa su soltura expresiva y aparecen marcas burlonas ante ciertos juicios de su interlocutor (cfr. carta del 23 de noviembre de 1850, donde las burlas pueden ser contraproducentes).

En la etapa de la presidencia de Sarmiento, con Félix Frías como ministro plenipotenciario en Chile, la relación entre ambos se volvió asimétrica y Frías actuó con perfecta conciencia de ella, sin dejar aparecer restos del compañerismo amistoso que los había unido antes. Si se compara su lenguaje con el que adopta Sarmiento, antiguo camarada y luego ministro de Mitre cuando se dirige a este, la diferencia de temperamento es notoria.

Otras etapas posteriores vuelven a encontrarlos en posiciones que son oficialmente simétricas, aunque no siempre lo sean así en el poder político y en la fuerza de las alianzas. En ellas corno dije antes las cartas se van espaciando cada vez más, Frías continúa acentuando su busca de un orden en el catolicismo como contención a las amenazas de las convulsiones sociales (hay que recordar que ya desde la época de su representación en Chile se alarmaba de los peligros que anunciaban las masas arrastradas a la plaza pública), y que estando en París volvía a predecir males irreparables por el populismo de la demagogia desatada.

El momento en que Félix Frías defiende la «conciliación» y Sarmiento lo ataca, constituye el punto culminante de su disidencia. Antes Sarmiento se había desentendido de la actividad política de su ex camarada de exilio, y ya venía manifestándose en comentarios aislados sobre lo que para él eran sus «manías». Por ejemplo, la observación hecha en carta a Montt sobre la preocupación de Frías por las cuestiones de límites cuando ya había pasado el peligro de ruptura con Chile por la Patagonia. Esto no impidió que a su muerte le dedicara un elogio fúnebre que incluimos al final del Apéndice III.


La política epistolar de Sarmiento

Como ejemplo de las estrategias que Sarmiento era capaz de desplegar para obtener el apoyo de sus amigos en las empresas que le interesaban, puede ser oportuno incluir con supresión de los primeros párrafos, mi análisis de la carta a Félix Frías cuyos originales llevan la indicación «rreserbadisimo», escrita entre el 20 y el 23 de febrero de 1844. Me concentraré en la segunda parte de ella, no tanto porque las cartas suelen revelar el itinerario de un hombre (ya sean públicas o privadas) y las privadas permiten, en general, descubrir una intimidad manifestada más libremente, sino porque allí se explicita la estrategia que el destinatario debe seguir para obtener indirectamente, por boca de otro, las metas que el escritor desea alcanzar.

Paul de Man, en «Autobiography As De-Facement» (5) rechaza la autobiografía como género, definida «a simple mode of referenciality, of representation» que se funda en un «nombre» y una «firma» y sostiene que lo válido es la inversa.

We assume that life produces the autobiography as un act produces its consequences, but can we not suggest, with equal justice, that the autobiographical project may itself produce and determine the life and that whatever the writer does is in fact governed by the technical demands of self-portraiture and thus determined, in ah its aspects, by resources of his medium?

En el caso de Sarmiento es notable la relación entre la imagen que insistentemente construye, su proyecto autobiográfico (expresión feliz de Paul de Man) aplicable a los múltiples pasajes dispersos en su obra y a los libros enteramente dedicados a narrarse a sí mismo. Sarmiento escribió en Mi defensa (1843), su primera autobiografía declarada: «Ya he mostrado al hombre, tal como es, o como él mismo se imagina que es» (6), y ya entonces reconoce lo que el género tiene de personal, y quizá, de arbitrario. De ellos puede decirse que en parte determinan su propia vida. Proyecto autobiográfico y proyecto de Nación paralelos e inextricablemente entretejidos, realización soñada y parcialmente puesta en práctica dentro de lo que el contexto le permitía.

A la primera parte de la cita de P. de Man me adhiero totalmente y en el caso especial de Sarmiento resulta justificada y crucial, pero no suscribo la afirmación que le sigue: «that whatever the writer does…». Esta posición es insostenible para cualquier autor pero más aún para Sarmiento en cuya escritura interviene tanto el hombre político (el leer, el escribir, el pensar, el ver, el oír, el actuar) y su temperamento, su voluntarismo, sus pasiones, sus amores, y sus odios. En sus textos interactúan el individuo y la sociedad que lo conforma y que él quiere transformar, construyéndola casi desde la nada. Sus autobiografías son un proyecto de vida ligado a un proyecto de Nación. Pero por su condición de político sabe que debe moverse dentro de los límites que la realidad le fija y que él mismo reconoció desde época temprana según lo prueba esta carta que comento. Por eso oscila entre las propuestas de metas audaces (que siempre exige conseguir inmediatamente) y el reconocimiento de lo practicable en el contexto nacional en este caso chileno y en el hispanoamericano. También oscila entre las imágenes personales que quiere mostrar al público lector de los periódicos y al restringido de los especialistas entre los que desea establecerse y de los que es rechazado por su falta de formación académica, pues necesita de ambos para imponer su acción. En un momento es el hombre capaz de percibir el espíritu de la época («coinsidensia») cuyo único mérito estaría en su acuidad para captar los movimientos generales de la historia; en otro momento es el hombre con características originales y valiosas para la vida pública, el reformador, el escritor, el diarista: «la obserbasion propia, el estudio de los echos, el sentimiento americano; ([e]) la filosofia de los susesos. &&.» (f. 1 y.). (7)

Hay motivos que explica luego para adoptar esta táctica aparentemente contradictoria: «la sosiedad, la epoca son las qe produsen las ideas; qe el escritor no es mas qe un rreflejo de ellas» (f. 1 y.). Presentándose así no provocará la ira o el recelo de los colegas chilenos, mientras por otra parte podrá afirmar su singularidad y arrastrará la opinión por su capacidad de introducir innovaciones, de ser un revulsivo de la sociedad estancada: » a mersed de este paliatibo , puede U. desir sin faltar a la berdad me parese, qe mi nombre se alla asosiado en Chile de un modo notable a la prensa, segun rresulta de la comparasion de los diarios anteriores a mi epoca i las rrebolusiones qe aesperimentado el diarismo despues…» (f. 1 y.), (el subrayado es mío).

Este preámbulo justifica que luego ofrezca al destinatario de la carta una autobiografía («Rreseña de mis trabajos»), para que el amigo la trasforme en una biografía que estampe y difunda en los periódicos la imagen deseada, proyecto de autobiografía que es siempre en Sarmiento un proyecto de vida hacia el futuro:

El momento es oportuno para ([v])jbjindicarme ante el público. […] Pero si nosotros no nos prestamos la mano, en el pais amigo jamas nos aran justisia:

obserbe U. el espiritu publico; mi nombre no suena nunca en la prensa sino para cubrirme de insultos, a no ser qe algun paisano qiera aser([lo]) mi defensa. […]/ able de mi nesesito no dejar pasar esta ocasion de aser abrir los ojos al público, i estableser mi nombre […] No le pido elojios qe manejados sin medida me perjudicarian: afecte imparsialidad , bitupereme lo qe enmis escritos le paresca deme U consejos de prudensia aga lo qe qiera. (f. 1 y f. 1 y.), (el subrayado es mío).

El estilo de esta reseña de su vida insertada en la carta a Frías tiene predominantemente la conformación telegráfica de notas sueltas, en frases nominales sucesivas, con algunas que sirven como subtítulos para agruparlas. Adopta así la sintaxis de indicaciones que se van adosando al correr de la pluma como ayuda memoria. (8)

Cuando se escriben como un índice los títulos y subtítulos de los datos que manejará Frías para diseñar la (auto)biografía de Sarmiento no se aprecia que reflejen a primera vista un plan muy consistente y jerarquizado (aunque destaque algunos por la diagramación, con punto y aparte, por el tamaño de la letra o el subrayado). La lista registra 14 tópicos que numero para facilitar su referencia:

1 Rreseña de mis trabajos 
2 Politica 
3 Mi conducta (El Nasional! El Mercurio) 
4 Literatura 
5 El Progreso (Caminos. Teoria del Senado. Munisipalidad) 
6 Consecuensias 
7 Cuestion del Estrecho de Magallanes 
8 Dilijensias 
9 Munisipalidades 
10 Burla sobre el Abe maria de los Serenos 
11 Incorporasion en la Unibersidad. Unico estranjero americano en ella. 
12 Sus conosimientos profesionales en la enseñansa primaria. Escuela Normal. El Liseo 
13 Ortografia 
14 Bombas de Insendio (Mercurio)

Después se verá la estrategia global que Sarmiento le propone a su amigo pero primero describiré el contenido de la información autobiográfica que le suministra y la selección de datos que practica. El N°1 «Rreseña de mis trabajos», podría interpretarse como el título general, siempre que se entienda no con el significado de ‘escritos’, sino con el más amplio de ‘actos’ (por ej. si se incluyen como subtítulos el 2 y el 3 que comprenden la justificación ético-pragmática de apoyar a Bulnes contra Tocornal y favorecer la fusión de ambos partidos).

Podría decirse que en este punto 2, «Politica», también está hablando al mismo tiempo de su labor de escritura como periodista pues en la diagramación de la carta coloca paralelos en dos columnas «El Nasional / El Mercurio», los dos periódicos en los que colaboró en la campaña presidencial de Bulnes. Y lo más interesante es que describe dos distintos estilos que importan dos estrategias, unidas al final gráficamente por la conclusión destacada con letras más grandes y abarcadoras de ambas columnas: «Uno i otro trabajan en la union i fusion de los partidos liberal i Buines, ([qe al f]) El primero se debilita i al fin se unen» (f. 2 v.).

El recorrido de los temas señala intereses de escritor que por el momento casi sólo se ha manifestado en la prensa periódica (estamos en 1844) (9), pero sin embargo a través de sus artículos ha sido capaz de recibir la aprobación de los más calificados (Bello, que en una ocasión comentó oralmente un trabajo suyo: «Es superior a Larra»); de difundir el género «artículo de costumbres» luego seguido por escritores chilenos (entre los que le indica que pondere a Jotabeche, para atraerse a la inteligencia chilena); de ampliar y modernizar el panorama cultural con la polémica sobre el romanticismo (sin olvidar el nombre de Vicente López, su asociado en el periodismo y en la enseñanza del Liceo), polémica que abrió a los jóvenes del país nuevos horizontes.

Los ítems anotados pueden ser agrupados entre los que rescatan su papel en literatura , en política , en educación . Algunos ejes reorientan la lectura de una materia presentada en forma un tanto aleatoria, porque su repetición apunta a un sentido básico. Uno destaca la ética (por ej. en 2 «Politica»), pues si se alió con el partido conservador por realismo, por temor a la anarquía, lo hizo manteniendo su independencia para seguir luchando contra Rosas y aun criticando medidas oficiales contrarias a la modernización que mejoraría la sociedad en que le tocaba vivir; o renunciando a la redacción de El Progreso , fundado por él y por V. López: «sin escusas sin (-justificasiones-) […] sacrifican sus interes [sic] materiales» (f. 3 y.). Otro destaca su papel en la prensa periódica existente o fundada por él o por otros como reacción polémica con respecto a él. Y al mismo tiempo señala sus estrategias que unen lo revulsivo de la argumentación y el estilo variado, la documentación que se preocupa en acopiar sobre los asuntos tratados, la perspicacia para percibir la oportunidad de suscitarlos (en 7, donde trata de la colonización del Estrecho a raíz de la fundación de una sociedad de vapores: «Si la colonia de Magallanes produse los rresultados qe de ella se esperan, Chile deberá ami oportuna cooperasion algo / pues es seguro qe alguna nasion europea abría echo la ocupasion.»), siempre moviéndose entre los polos de lo grande yio menudo (10, el avemaría de los serenos) (10) y buscando en ciertos núcleos (escuela primaria, municipio) el lugar propicio para comenzar a educar al pueblo en el ejercicio de la democracia (9, «Munisipalidades. El Mercurio está lleno de ataqes […] contra la([s]) inacsion e impotensia de estas corporasiones espresion de la sociedad , estudio de sus nesesidades (-i de la opinion-) […] toman estos cuerpos nueba actibidad i publican sus sesiones […] (al fin).» f. 4).

El grupo de temas sobre educación 12 y 13 refuerza la dicotomía atraso rutina hostilidad, hacia las reformas vs. propuestas innovadoras modernización progreso con énfasis puesto en la adecuación al medio por el «conosimiento de los intereses de las sosiedades americanas» (f. 4), (el subrayado es mío).

Todo el desarrollo de su discurso epistolar oscila entre el reconocimiento de sus excesos polémicos y el goce exaltado en la lucha misma, la quejosa denuncia de los ataques personales y de las trabas que oponen a su obra civilizadora frente al estudio de las causas del mal que deben removerse, las convicciones profundas que lo sostienen, la capacidad de ver, la intuición genial. En suma reconocimiento de sus rasgos negativos frente a la afirmación de los positivos, de los logros alcanzados ya, a pesar de los antagonismos, y de su seguridad en el triunfo futuro. «El publico le ara justisia el aprenderá a ser menos osado en sus ataqes si esto es posible si un escritor puede dejar de ser como es de todos modos la sociedad tendrá qe perdonarle sus estrabios en cambio de sus buenos deseos &&» (f. 4 v.).

Al final de la carta a Frías reconoce cómo se ha comportado en la redacción de las notas auto-bio-gráficas:

En fin amigo, le e escrito todo lo qe me aparesido qe combiene notar con todo el candor de un tonto, qisá atribuyendome mas de lo qe me pertenese; pero si yo pudiera ablar de esto les dariaun articulo «coinsidensias» qe los mataria. […] Tome de esto lo qe qiera en el sentido qe qiera mi objeto es no desaprobechar la ocasion de desarmar a mis enemigos. No se si combenga rrecordar todo lo qe e sufrido de ataqes, de birulensia. (f. 5)

En la posdata agrega una observación sobre el apresuramiento que su condición de periodista le impone, volviendo al juego de justificaciones y exaltaciones, con espontaneidad que seduce por sus mismas flaquezas:

Si qiera [sic] desir algo sobre mi estilo i escritos prebenga qe los borradores suelen ir a la imprenta ([sin rre]) dejando traslusir qe no an sido bueltos a leer. efecto nesesario del diarismo estilo lleno de descui/dos incorrecsiones faltas gramaticales; pero U sabe el pero . (11)

Algunos de mis articulos rreprodusidos en el Peru, en Bolibia, en Nueba Granada en el (día) bi uno, en B. A. i Montebido [ sic ] mi nombre conosido en Bolivia y Peru.

Qe carajo, aguante U. toda esta candides, para eso es mi amigo i nesesito descubrirme con toda [ sic ] mis pretensiosas pequeñeses. Mui tonto seria U. si s([d])e deja embaucar. (f. 5 y 5 y.)

¿Qué ofrece la carta frente a la autobiografía o también frente a un plan preparado para redactar un texto autobiográfico? Ofrece la imagen elegida por el autor, el retrato que desea imponer a sus lectores tanto en su redacción completa como en el esquema de datos seleccionados. Pero además la carta ofrece una serie de instrucciones que no suelen estar explícitas en ambos casos y que sólo podríamos inducir en el caso de la autobiografía ya conocida como texto. Lo que trae una obra del tipo de carta que comento son instrucciones para el uso de los datos del plan, sin duda elegidos por el autor pero destinados a ser manejados por el destinatario, para que el otro, en este caso Frías, los emplee con una estrategia que explicita, que revela las probables estrategias que el autor ya ha empleado y empleará en el futuro para sus obras o pasajes autobiográficos, sin exponerlas en la superficie. Lo que se le pide al otro es el apoyo que sólo otro puede prestar. Muchas veces se le ha reprochado a Sarmiento la inmodestia (la impudicia) por hablar de sí mismo como sólo se permite que otro lo haga según las convenciones de la sociedad. (12)

Al mismo tiempo que los datos recalco Sarmiento le marca las conductas más adecuadas para utilizarlos haciendo más creíble la objetividad y la independencia del otro. En la trastienda del epistolario queda transparente el nivel pragmático de la escritura, que en otros modos o géneros en que el escritor es responsable directo de su retrato, figura más borroso u opacado. El «espontaneísmo» de la escritura sarmientina hace difícil señalar el límite entre lo que es exabrupto natural y lo que es instrumento calculado, pero no es eso lo que importa. Puede darse el caso de que los textos destinados a la publicidad bajo su firma sean a veces orgullosamente autoelogiosos. Lo que singulariza cartas como esta es la distinción entre lo que juzga Sarmiento que debe decirse y debe callarse en la escritura para ser políticamente eficaz.

Normas de transcripción 
([ ]) Testado en el original. 
I I Corrección superpuesta sobre texto testado. 
(- -) Intercalado por la misma mano. 
[?] Lectura dudosa.

Notas:

(1) «Carta de Sarmiento a Rugendas», NRFH XXXVI, N° 1 (1988). «XL Aniversario (1947-1987)», 407-416; «Carta de Sarmiento a Charles Mazade», Scripta Philologica, In Honorem Juan M. Lope Blanch, vol. Iii, México, Univ. Autónoma de México, 1992, 101-114. También en «Sarmiento y su preocupación por la recepción de su obra. Carta de Sarmiento a Charles Mazade», Rio de la Plata. Culturas , (París), 9, Sarmiento y su época, Actas del Segundo Congreso Internacional del CELCIRP II. Tucumán-Bahía Blanca, 25 de agosto – 1° de setiembre de 1988, 1-8, (edición sin apéndices); «Autobiografia y epistolario: a propósito de una carta de Sarmiento a Frías», Filología XXIII, 2 (1988), 45-62; «La epístola y su naturaleza genérica: el epistolario de Sarmiento», Dispositio XV, 39 (1990), 5 1-65 y «En los márgenes de la literatura: un informe sobre la revolución de 1874 en Argentina», Dialogo. Studi in Onore de Lore Terracini a cura di Inoria Pepe Samo, Roma, Bulzoni, 1990, vol. 1, 45-53. También guarda relación con el tema: «Jorge Luis Borges y la ambivalente mitificación de su abuelo paterno». NRFH XL, «Homenale a Antonio Alatorre» 2 (1992), 1005-1024.

(2) Cfr. carta de Sarmiento a Frías deI 23 de noviembre de 1850.

(3) Véase para la actuación de ambos en esta época el Archivo de Juan Maria 
Gutiérrez. VI. 93, 88-89, 104-105 y 107

(4) Artículo aparecido con el título: «Autobiografía y epistolario: a propósito de una carta de Sarmiento a Frías» en Filología XXIII, 2 (1988), 45-62, que considero oportuno publicar sin modificaciones al final de esta introducción.

(5) P. DE MAN, «Autobiography As De-Facement», The Rethoric of Romanticism, New York, Columbia Universitv Press. 1984. 67-81, donde ataca la concepción de autobiografía como pacto de lectura según Lejeune. Yo me adhiero a la de ELIZABETH W. BRUSS con la variante de las reglas que antes había propuesto reformulada según tres parámetros: Truth-value, act-value, e identity-value en J. ONLEY, ed., Autobiography. Essavs Theoretical and critical, Princeton, Princeton University Press, 1980, 299-300. Tales reglas no borran en el nivel perlocucionario las ambigüedades inherentes al género y a su uso por los distintos escritores en lo que respecta a los tres parámetro,. ni son incompatibles con lo que acepto del juicio de de Man. Para un ejemplo extremo de la construcción artificiosa de una autobiografia con una imagen conscientemente construida, véase la película «Imagina: John Lennon» de Andrew Solt, Warner bros.

(6) Cito Mi defensa en la edición de: Obras III, Santiago de Chile, Imprenta Gutenberg, 1885, 23 (el subrayado es mío)

(7) Para las ideas de Sarmiento y su conocimiento de Vico y Herder desde sus anticipaciones del romanticismo hasta sus sucesores en la «historia filosófica» y el determinismo, véase R. LIDA, «Sarmiento y Herder», Estudios hispánicos, México, El Colegio de México, 1988, 125-139 (original leído en 1940 y publicado por primera vez en 1941).

(8) Toda la carta revela en su textura la improvisación al correr de la pluma, con tachaduras, intercalaciones y hasta manchones que delatan el forcejeo escritor-escritura y dejan marcas físicas en el original. Las tachaduras corrigen a veces una sílaba o dos hasta partes de frases y buscan posteriormente un camino mejor o lo abandonan. Las intercalaciones llegan hasta una oración como la insertada después de haber citado a Franklin en paralelo consigo mismo: «Franklin estranjero en Inglaterra rresibió de la Uníbersidad de Oxford el título de doctor (-[coinsidensia] no me baya a comparar con Franklin-)» (el subrayado es mío y marca la intercalación, f. 4). Las menciones a la autobiografía de Franklin en la obra de Sarmiento merecerían por sí solas un artículo (por ej. Recuerdos, cartas a Dominguito, AGN, adquirido CRPFIN, Sala Vll-20-4-6, pza. 7800, y a su nieto Augusto Belin Sarmiento y más de 93 menciones en el t. LIII de sus Obras que está dedicado imperfectamente al índice general).

(9) En la «Bibliografía» que compiló y publicó L. MONTT (Obras I , XV y Ss.) figura que hasta comienzos de 1844 sólo había publicado cinco libros y folletos originales (es decir que no fuesen traducciones o arreglos de otros): N° 11, Análisis de las cartillas, silabarios i otros métodos de lectura, conocidos i practicados en Chile, Imprenta del Progreso, 1842, 69 pp.; N° 13, Silabario, ibídem, 1842 (no encontrado por Montt); N° 15, Mi defensa, ibídem, 16 pp.; N° 16, Programa i reglamento del Liceo, ibídem. 1843, 31 pp. (en colaboración con J. A. Ortíz y V.F. López); N° 17, Memoria leida en la Facultad de Humanidades el 17 de octubre de ¡843… Santiago de Chile, Imprenta de la Opinión. 54 pp.. Sobre ortografia americana.

(10) Sobre la tensión abstracto-concreto véanse dos enfoques diversos de L. A. ROMERO y de J. RAMOS en el número de homenaje a Sarmiento de Revista Iberoamericana . LIV, 143 (Abril-Junio 1988).

(11) El subrayado del pero es mío. Sobre el juego del énfasis puesto en su escritura tumultuosa frente a su capacidad de establecer un plan calculado coherentemente según los fines que busca, véase mi artículo «La configuración del Facundo», publicado en 1946 y recogido en Textos hispanoamericanos: de Sarmiento a Sarduy, Caracas, Monte Avila, 1976, 35-59.

(12) Para opiniones adversas sobre el Facundo y sobre su egolatría en general, véase mi trabajo «Las ideas de Sarmiento antes de la publicación del Facundo’(aparecido en 1959) y recogido en Textos Hispanoamericanos…; esp. 12-19. Sobre el mal efecto que produjo en sus contemporáneos la autobiografía propuesta en Recuerdos de provincia puede verse la opinión de Bernardo de Irigoyen en carta a Rufino de Elizalde, en su archivo, t. II, 304 o la de Alberdi (como enemigos); y la de Félix Frías a Juan María Gutiérrez en su Archivo, t. II, 112 (entre los amigos).

Ana María Barrenechea, Sarmiento – Frías. Epistolario inédito, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras (UBA), 1997.