B. A., 5 de julio de 1972
Mi Ivoncita, mi cercanita.
Por favor no nos pidamos explicaciones acerca del silencio (¿existe el silencio?).
Inútil decirte –no, la ciencia de lo obvio es ardua como la lectura de lo inefable– que no sólo te extraño sino que te necesito. Acaso porque somos antípodas y nos damos mutuamente garantías acerca de nuestras vías.
No voy a hablarte de mí en esta cartuja de esperma (este chistezuelo es para decirte: Aquí estoy, todavía). También te mandaré mi nuevo libro El Infierno Musical (Ed. S. XXI). Y también, si consigo fuerza, algunos poemas recientes cuyo emblema es la negación de los rasgos alejandrinos. En ellos, toda yo soy otra, fuera de ciertos pequeños detalles: el humor, los tormentos, las pruebas supliciantes.
Martha Moia, muy amiga mía, se va para USA en septiembre. Estará en New York del 14 al 18. Ignora si irá a tus arajes (y por supuesto ignora cuándo irá –o no). Si te encontrás con ella supongo que multiplicarás tu presencia en USA pues no puedo creer que no hablen de mí (hacelo con nostalgia, pues algo se me entrecorta en la voz cuando te nombro y adjunto: «No se cuándo volverá!».
(¿Volverás?)
La encantadora Lea me escribió desde (palabra arbitraria en letras griegas, I. B. ) (ejehm!) y yo le respondí a pesar de mi desapego (semi-desapego) actual del mundo de las plumas y los papeles (espero los que me prometiste, pero esto es otro pseudo-chiste pues estoy lejana en ese sentido).
He sido expuesta algunas pruebas algo excesivas (pero si no hay peso no hay medida!) y ahora sé un poquito más (por eso ya no me siento a la mesa y rumio horas y horas un adjetivo de algún poema). Sé un poquito más, comprendo algo más; y sí, es tan terrible y viviente y vibrante esto que alienta en esto que ahora soy. No sé en qué me he convertido. Pero mi mayor defecto lo sabés: la fidelidad.
«Sé fiel hasta la muerte». (Apocalipsis). Que desmemoria no te guíe.
Un abrazo muy tierno de TU
Alejandra

Publicada en Bordelois, Ivonne: Correspondencia Pizarnik, Editorial Planeta, 1998.