Febrero 1946. 

Querido Nicolás:


Conozco muy poco suyo; bien leído, quiero decir, y como tuve siempre particular esperanza en usted quisiera alguna vez comparar obra anterior y actual suya. 
Yo no soy competente, al menos más competente que otros. Hoy mismo me encuentro en plena revisión y problema como recién empezara a averiguar; tengo al mismo tiempo en examen el libro de Gómez de la Serna , el de usted y el de Supervielle. (¿Qué piensa usted de Supervielle? Dígamelo. Para mí es el poeta poemista más original, sin aparatosidad, que leí. Y Kafka, ¡genio, genio! Escribame sobre algo de esto.) 
Y bien, usted está más fuerte en su último libro que en anteriores, aunque siempre el mismo. La gracia de su emoción de patria es novísima; es un asunto en que muy pocos escapan al falsete y usted no podía dejar de ser honrado, inacadémico. Pero quiero definirlo a usted, entenderlo bien. Usted no puede ser poemático del todo, siempre es algo novelístico: juzgar y ser confidencial respecto de la vida (realística). 
No tengo comodidad para escribir; no tengo los anteriores libros o no los encuentro en mi barullo de cosas. Volveré a completarle mi opinión. Si quiere que nos veamos, hábleme por teléfono. Por ahora suyo 
Macedonio Fernández

¿Dónde suelen concurrir, dónde se reúnen? Yo estaré aquí todo febrero. 
Esta carta debió salir el sábado y la encuentro hoy lunes. Si usted me visita encontrará gran biblioteca, papel, tintero, escritorios, pero yo apenas puedo escribir, encontrar plumas o un libro. El libro del hijo, que usted me regaló, no lo encuentro ni en la lista de sus obras anteriores en Poemas rezagados. 
Ya que esta carta no partió voy a ampliarla; lo leí de nuevo. Yo encuentro que su factura del mero escribir -no su estilo, palabra para mí sin sentido- es la manera de escribir más personal que he conocido; yo veo que es el escribir «a desgano», la gramática «a desgano», ese desgano de que otros se avergonzarían en usted es disciplina y tiene un valor expresivo, conciencial, decisivo. Todos escriben correctamente porque es lo más fácil. 
Ser gramatical es como «botines lustrados» y «afeitada de hoy», que nos ahorran «ser honrados» y pensar. Usted desordena el régimen, hace imperativos con indicativos, etc. Expresa: lo mismo es decir que no decir, escuchar, leer que no leer; estar en displicencia es más genuino, honrado, que estar en entusiasmo, por lo general inexistente o meramente cenestésico visceral (buena digestión) más que cerebro-espinal. «iQué lindo día!’ significa casi siempre: «qué eufórico me he levantado hoy». Para mí lo hallo a usted único, insustituible. Por fin una literatura que Expresa que no se tiene ganas de nada y que se escribe para desaburrirse o para rememorar a gusto nuestro no para el del lector. 
Acabo de leer a Céline sobre Semmelweiss. Qué griterío estúpido es el chorro de «Entusiasmo?» por Semmelweiss. Otro es contra el Comunismo Ruso. Siempre arrebatado, siempre maldiciones, indignación, piedades sublimes. ¡Y Céline es famoso! Estos franceses, los muy únicos señores del Buengusto, y Medidos, se horrorizarían de la placidez y gracia de su canto a la Patria. 
Yo quisiera muchas páginas como las suyas; son como una cierta música de Brahms. Sedación, Sedación, qué bálsamo. No término, no desenlace ni rumbo. 
Suyo por hoy.


Macedonio Fernández 

Publicado en Alejandra Zina y Guillermo Korn (comp.), En primera persona. Correspondencia argentina en dos siglos ; Buenos Aires, Ediciones Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 2003.