Buenos Aires, Norma, 2008

Por Lorenzo Corbetto

Esta antología epistolar se explicita, desde todo el orden paratextual, como un recorte que posa la mirada sobre las cartas que, por alguna razón, atravesaron la el umbral de vida de los sujetos que las remitieron o a quienes les fueron destinadas. Los emisores o destinatarios de estas misivas se encontraban, al momento de ser escritas o recibidas, en sus últimos momentos de vida o, incluso, ya sin ella. Como es sabido, las cartas tienen la gracia de pervivir en el tiempo aún cuando los sujetos empíricos involucrados en cada uno de los extremos del circuito de la comunicación, se hayan ido como el viento. Y la carta, que permanece, queda como una huella de ese registro íntimo y de la gran historia.  
Las cartas que nunca llegaron a Mariano Moreno, el testamento de Belgrano, la correspondencia entre San Martín y Rosas o Quiroga y Rosas, la carta suicida de Leandro Alem, las últimas misivas de Storni, la famosa última carta de Favaloro, son algunas de las que se recorren de manera cronológica y compiladas en prolijos capítulos temáticos por autor (por ejemplo, Lisandro) o por tema (por ejemplo, La campaña al desierto). También incluye algunas no tan conocidas como una de las primeras cartas que se reproducen en este libro, que fue encontrada en uno de los bolsillos de Tupac Amaru; una selección de cartas de caídos en Malvinas; las últimas cartas de  Alejandra Pizarnik; como también las cartas de Dominguito Sarmiento en el campo de batalla.
La consigna de recortar dichas cartas póstumas resulta un paseo por la historia en sus momentos más críticos, a veces desesperantes, a veces esperanzadores.


Pero nada más lejos de mi intención que unir situaciones dramáticas para pergeñar un texto macabro, una novela negra articulada con personajes de la historia argentina. Por el contrario, la reunión –antojadiza si se quiere- de estos escritos [¿no son, acaso, antojadizos todos los escritos?, ¿existe el rigor científico en este campo?] permite, creo, vislumbrar que es hora de abandonar definitivamente ciertos eufemismos de validez solo escolar como que la Argentina es una “tierra de paz”. La recopilación permite, por otro lado, una sinuosa llegada a los hechos desde las almas desgarradas, asomándose a los acontecimientos desde una ventana muy particular, la que gira en torno a la muerte.

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