París, sábado 9 de diciembre, 1967, 10 a.m.

Mis queridas:

Última carta, o por lo menos, última de París. Esta mañana creo que el film de La invención, que vi anoche, es aburridísimo: el director acumula circunstancias misteriosas, el espectador primero se confunde, enseguida se impacienta y se aburre. Esta mañana debí salir a hacer compras: almidón, shampoo, una valija de mano. Me sobraba el espacio, pero llegó la generala cubierta de objetos para parientes o amigos de chez nous; vestidos usados, quizá también algo frágil, quizás un árbol de navidad, que ahora está bajo el peso de todo lo que llena mi valija, en el fondo. Hace frío, pero las mañanas de París son agradables. A las seis retiran la basura. 
Ayer la temperatura fue: mínima -10, máxima +10. 
Almorzaré a las once; a las doce tomaré el taxi para la gare Saint Lazare; a la una y veinte saldrá el tren, que llegará al Havre a las 4:30; a las ocho el barco parte. 
Allá voy, deseando abrazarlas.

A.


Publicada en En viaje, Buenos Aires, Norma, 1996