Por Mariana Otero

La historia de la migración española en la Argentina se puede explicar de diversas maneras, pero las cartas son, quizá, la mejor evidencia de las vivencias y sentimientos de los emigrados y de quienes se quedaron en la otra orilla del mar, a finales del siglo 19 y en gran parte del 20.

Son esos relatos vívidos de familias desgajadas (cuando alguno de sus miembros iniciaba una vida nueva en tierras lejanas) los que permiten reconstruir desde la intimidad, el desarraigo y el apego a otro lugar.

Sólo entre 1881 y 1914 la Argentina recibió más de cuatro millones de extranjeros, entre ellos dos millones de italianos y 1,4 de españoles.

La emigración continuó luego, impulsada por las guerras mundiales y civiles y sus consecuencias: la pobreza, la persecución política, el exilio.

Aquellos testimonios en primera persona que llegaban a través del correo postal, hoy son documentos históricos que resguarda el Centro de Documentación Epistolar en Argentina junto al Centro Cultural de España en Buenos Aires, a través del proyecto “Un océano de cartas” (en la web sobrecartas.com).

El repositorio colaborativo –que intenta recolectar, conservar y divulgar las epístolas manuscritas con tinta, como patrimonio histórico y cultural– ya tiene digitalizadas unas 10 mil cartas. La idea es evitar que se pierdan o se deterioren con el paso del tiempo.

La escritura epistolar fue durante mucho tiempo un ejercicio habitual (difícil de comprender para los nativos digitales): todos escribían cartas para comunicarse y sentirse cerca.

Vínculos con la palabra

El vínculo con la palabra en la soledad de la composición era casi un acto de fe: se escribía para alguien con la esperanza de una pronta respuesta, que llegaría escondida en un sobre.

Hoy, aquellas cartas son historias que retratan otros tiempos, épocas de conflictos armados o de posguerra, relatan despedidas, hambrunas, conflictos personales y amorosos. Narran la vida cotidiana y hasta cómo se cocinaba y comía un asado criollo.

“La carta constituye desde la antigüedad uno de los espacios culturales privilegiados en la constitución de la memoria escrita de las comunidades. Es en las cartas donde se hallan las huellas de las historias subjetivas, los puntos de vista, las emociones y desganos, las melancolías y esperanzas de las personas que se comunican entre sí, y que tradicionalmente han sido dejadas de lado por las narraciones oficiales”, explica el lingüista Mateo Niro, coordinador del proyecto.

Las cartas fueron una estrategia clave para preservar los vínculos familiares y amistosos y un puente imaginario y simbólico con la tierra natal.

El papel escrito de puño y letra era un dispositivo de diálogo y, en retrospectiva, es una huella de la memoria colectiva alimentada por las historias personales.

El proyecto “Un océano de cartas” pretende preservar el archivo epistolar como un camino a lo más íntimo del pasado. Quiere que miremos por el ojo de la cerradura y hallemos un espejo.

Memorias de la guerra

“Como nací en el año 1936, año que empieza la guerra civil Española, fueron tiempos muy duros para nosotros (…) Mis papás no tenían dinero para comprarnos comida, pues una temporada que se combatía en nuestro pueblo tuvimos que abandonar la casa. Mi papá puso un colchón que era de hojas de maíz en un carro que era de mi abuela y nos puso a todos los hermanitos adentro del carro. Éramos ocho y arriba puso otro colchón igual para taparnos y con el carro tirado por dos vacas nos fuimos a las montañas por varios meses. Papá a la noche bajaba a los pueblos para conseguir algo para comer, que siempre era poco. Así comenzó mi vida”.

De esta manera relata Luis su infancia en Asturias en una carta dirigida a su nieta argentina de 10 años.

En otra carta, fechada el 1° de septiembre de 1938, en el pueblo español de Bárcena, José Gómez Pérez le cuenta a sus hermanos Segundo y María, en Argentina, las vicisitudes que sorteaba durante la Guerra Civil Española. Las transcripciones de fragmentos de cartas que hacemos aquí son literales.

“Empezare por decirte que despues de haber pasado bastante aqui hemos tenido la suerte de no pasarnos nada; pero dios quiera que pronto vuelva la paz á España y al mundo entero para no volverlo á ver mas si vivimos algun dia te dire mucho de lo hemos pasado; pues apesar de mis 45 años estube movilizado y no fui a luchar por encontrarme enfermo en la cama (…) Respecto á lo que me dices de mis hijos pues Fulgencio que es el que se encuentra en Madrid no se nada de el hace 16 meses asi no se que suerte habra corrido y Vicente que estaba en Cádiz á venido a casa para ingresar el dia 12 de Setiembre asi que figurate como estaremos”.

Una más, en primera persona, escrita desde Montevideo, en 1913 (sin más datos), antes de que estallara la Primera Guerra Mundial: “Este puerto no es mas que ese pues se me ace que estoy en el de Bs As nada mas que el agua es muy verde, a subido mas gente no se donde la van meter, ya an dormido fuera de los camarotes algunos así que a estos los van a tener que poner en los palos, aquí todos los pasajeros son Espanoles pero los que trabajan son Andaluces, sin mas por hoy asta el prosimo puerto”.

El reencuentro

En el mar de cartas ya digitalizadas aparece la de Félix, de junio de 1951, enviada desde Argentina a su esposa Engracia, todavía en España, en la previa del reencuentro. El hombre instaba a su mujer a alentar a un familiar a emigrar.

“Le dices para animarlo, que cuando venga, tendrá todo el trabajo que pueda hacer durante ocho o 10 horas diarias y que si tenemos vida y salud, entre los dos, podemos hacer un capitalito en diez años y mirar nuestra vejez con tranquilidad”.

En octubre de aquel año, ya en el barco rumbo a Argentina, en una escala en las islas Canarias, Engracia le responde a su marido: “No puedes figurarte cómo fue la despedida. No quiero ni pensar, pues ya ha pasado. Ahora pienso en la llegada, sobre todo no faltes, que será del día ocho o 10. Tú lo preguntas, pues yo no sé de fijo qué día será, pero será uno de estos que te digo”.

Dos mundos

“Santander 20 Abril de 1939. Apreciable primo Florentino: mucha ha sido la alegria que hemos tenido al saber noticias vuestras y ver que todos disfrutais de buena salud (…) Cuanto nos alegramos que hayas prosperado mucho en tus negocios y que hayas engordado como dices tanto, pues es señal de que te va bien en esa tierra. Con esta misma fecha escribo a Ventura, y le digo algo respecto de mi vida entre los rojos (NdeR: el bando republicano en la Guerra), el te lo dirá para no repetir lo mismo en esta. Del pueblo o sea nuestra tierra poco puedo decirte, estube en el mes de Septiembre unos dias a reponer fuerzas, y todos estaban bien (…) Te agradecemos mucho el envio de ropas, pues aquí se anda muy mal por carecer de ellas (…) El hijo mayor que se llama César ha estado a última hora o sea los ultimos veinte dias prisionero de los rojos (…) Nicolás”.

En la misma carta, Concha, también prima de Florentino, envía su propio pedido al pariente en Argentina, 19 días después del fin de la Guerra Civil Española: “Apreciable primo Florentino me alegre mucho de recibir noticias tuyas y de que te encuentres bien en conpañia de tu esposa e hija estamos deseando grandemente recibir la foto de la nena para conocerla aunque no sea mas que en fotografia Como te dice Nicolas nosotros cuando nos reunamos todos pues ahora estan los chicos fuera por motivo de la guerra tanbien nos retrataremos y te mandaremos una foto me alegro mucho que la tia sen encuentre bien animala mucho para que nos bea a todos y bea al que dejo chiquitin que lleva luego un año en el frente, si es que aun no habeis mandado el paquete de la ropa meter un par de medias de hilo para mi pues aqui no se encuentran ni malas ni buenas, nos alegramos mucho te vaya bien en tu negocio (…) Concha”.

Carta de un abuelo a un papá emigrante

Una de las cartas que conserva el Centro de Documentación Epistolar en Argentina junto al Centro Cultural de España en Buenos Aires, dice: “Sixto, 12 de mayo de 1950. Sr. Ramón Otero, querido hijo e recibido tu deseada carta el día 11 del corriente en ella tanto gusto por saber de tu saluz (…)”

Y sigue: “Apreciable Ramón desde ultimo de agosto asta oy hemos tenido 3 cartas 1 de Canarias, otra de Dakar y esta del Brasil asi es que para llegar a onde estes muchas vueltas tuviste que dar pasarías las de San quintin pasarías mil calamidades pasarías ambre por esas tierras de africa (…) tu as sido un eroe te as sabido desenvolver aquí se corrió que los engañaron que solo tuvieron viaje pago asta Canaria. Luego (…) de polisones otros vinieron para sus casas tu as sido un baliente como pizarro o como Magallanes (…) ahora as llegaodo al nuevo continente (…) noay país como Lamérica (…) Recuerdo de todos los vecinos un abrazo tu madre tia hermanas los mios los recibes a medida de todos, yo tu padre Fernando Otero”.

En el reverso de la misma hoja de papel, hay una carta de su hermana Josefa: “Querido hermano. Por fin hemos podido saber de ti te creiamos muerto pero gracias a Dios as podido vencer todas las dificultades que serían infinitas, nosotros intranquilísimos le preguntábamos a Jose María por ti y decía que estabas bien pero no decía adonde ni que era de tu vida seria bastante mala (…) Josefa”.

Fuente: https://m.lavoz.com.ar/numero-cero/un-archivo-de-cartas-huellas-de-inmigracion-de-puno-y-letra?utm_source=whatsapp&utm_medium=article&utm_campaign=social-network