Alicante, 26 de enero de 1942

Mi querido hermano político:

Vicente me anticipó la noticia de la muerte de tu padre y mío. El proceso tan rápido de la enfermedad y su desenlace te habrá sorprendido y herido doblemente. A mí me ha sucedido así. Todo pasa y todo queda. 
Como verás, querido Carlos, te escribo con una letra de garabato. Y es que al desaparecer las tifoideas, en su proceso lentísimo, se ha puesto de relieve un gran relajamiento pulmonar. Ha empezado a funcionar el calcio, y el médico me dice que me sobrealimente. Esto va a ser lo que no va a poder ser. Esperando todavía el dinero de Vergara, a quien he escrito, se marcha hoy a Cox, con el niño enfermo y sin recursos, para permanecer cerca de mí. La asistencia de mi hermana es nula.
Como verás, el panorama es espléndido. Por suerte, aún no se me ha despertado el apetito. Di a Vicente que siempre le tengo en mi mundo –y en primer término. Consuélate de todo, y lo importante, que no hay nada importante, es dar una solución hermosa a la vida.
Te abraza,

MIGUEL.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.