Madrid, 24 de junio 1940

Mis queridos padres y hermanos:

Ya os decía en mi anterior que es posible no hayáis recibido, que supe de vosotros el lunes pasado, y supe que vuestra salud seguís siendo buena como sigue siendo la mía. Sigo también con las mismas esperanzas de salir alimentadas por las constantes noticias de los amigos que no dejan de venir a verme. Estad tranquilos, que el tiempo que me quede de estar aquí lo pasaré bien como hasta hoy. Estudiando y pensando en todos vosotros. Madre, acepto el ofrecimiento de dinero que me haces: mándame veinticinco pesetas, que no me vendrán mal. Me gustaría que el padre, que tú, padre, me dieras noticias de los dos directos, con esa letra doctoral que tú escribes, mejor que escribías. Dad abrazos a Encarna, Ismael, Elvira, tía Antonia, Paco y Vicente. También a los amigos, especialmente a los de San Miguel. No dejéis de escribirme pronto. A mi no me es posible extenderme más. Bueno, que os divirtáis mucho y recibid mi cariño y mis recuerdo de siempre.

Miguel.

Adiós.

Publicado en Miguel Hernández, Epistolario, Madrid, Alianza, 1986.