Somos el primer matrimonio igualitario en la Argentina en lograr adoptar por medio del Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (RUAGA), de Santa fe.
Nuestra lucha comenzó mucho antes de que podamos gozar de nuestros derechos de igualdad como matrimonio, y se llevó ni más ni menos que 6 largos años de nuestras vidas, esperando. Estoy junto a mi marido hace 15 años y si bien ya eramos una familia, con el transcurrir de los años el deseo de ser padres se fue incrementando. Cuando nos inscribimos no existía la ley de matrimonio igualitario y tampoco sabíamos cuál era el método de selección del Registro: si sumaba una carrera universitaria, un buen puesto laboral o un buen sueldo. Así fue que decidimos que quien se inscribiese fuera mi pareja Damián, y así comenzó la espera. Hasta que pasados 3 años en 2012 y sin respuesta alguna decidimos casarnos, para darle un marco legal a nuestra relación y para ser amparados por la ley y allí comenzar la búsqueda como lo que realmente somos: un matrimonio. ¡Una familia! Vivimos tan inmersos en el qué dirán y crecimos bajo la educación del “no te metas”, “no exijas”, “no es para vos”, que hasta nos los creímos, y romper esos paradigmas fue todo un desafió.
Yo soy oriundo de Las Parejas, en Rosario, ciudad que me cobijó y me dio la libertad de vivir, de elegir, y me salvó porque en el interior en ese entonces el pensarme con una vida plena como la que llevo hoy, era una utopía. Me dijeron que no iba a poder enamorarme, ¡y me casé! Me dijeron que no iba formar mi familia, ¡y hoy tengo mis dos hijas! En ese tiempo aún existía la adopción directa como otra opción, otro camino oscuro el cual casi rozaba lo ilegal, donde el ser padres se convierte en un comercio, los finales eran inciertos, camino que también transitamos ante la desesperación, camino que nos lastimó y puso en jaque nuestra pareja en varias ocasiones, Porque lo que nadie comprende y contempla en esta búsqueda es la soledad que se transita siempre al borde de la locura, arriesgándolo todo, nuestras familias y la salud. Nada nos fue fácil. Pero que tanta lucha e insistencia vale la pena.
En octubre de 2014, cuando estábamos participando para una selección del Registro para comenzar a vincularnos con una niña de 14 años, recibimos un llamado que nos cambió la vida para siempre y nos convertimos en los felices padres de Olivia, la bebé de 28 días más hermosa que jamás imaginamos. En esa ocasión, lo primero que el juez nos destacó es que la bebé tenía una patología a raíz de la falta de controles de la progenitora, VIH, obviamente nuestra respuesta fue un sí rotundo. ¿Cómo alguien podría decir que no? Pero por lo contrario de lo que nosotros pensamos con el tiempo nos enteramos que existieron 10 matrimonios, heterosexuales, social, religiosa y políticamente correctos que dijeron que “no” por el sólo hecho de que podía tener esta patología.
No fue magia, ni fácil. No se trató de que nosotros éramos especiales. Se trató de haber madurado en esos 6 años la idea de ser padres y abrir nuestras cabezas, el corazón, y entender que los hijos ideales no existen y transformar nuestro deseo de ser padres en necesidad. En febrero de 2015, a raíz de un libro que escribí sobre esta temática, llamado “La Búsqueda”, aún bajo el régimen de adopción directa, nuevamente sonó el teléfono y llegó Victoria, nuestra segunda princesa, con un día de vida y los ojos más hermosos que jamás conocí. Alguien le hace llegar el libro a la progenitora de mi segunda hija, quien sin conocernos, dijo: “Quiero que ellos sean los padres mi bebé”. El destino y la lucha hicieron que en el término de 4 meses lográramos convertirnos doblemente en padres. Un detalle más, Olivia se sometió a todos los tratamientos de prevención, y no tiene VIH.
El camino es tremendo, atroz, cruel, solitario, plagado de desinformación. Nuestro trabajo como futuros padres es el de generar entrevistas con el RUAGA, hacer valer y exigir nuestros derechos. No podíamos mirar hacia otro lado y permitir que otros pasasen lo mismo. Las familias y nuestra familia se pusieron a prueba y atravesaron momentos donde las culpas y la frustración pesaban más que el amor.
Luego del reencuentro con nuestras hijas nació la ONG Acunar Familias. Es la primera de este tipo en lograr personería jurídica en el país. Brindando ayuda, contención, información y asesoramiento a los pretensos, guardadores y padres adoptivos, logrando por primera vez la representatividad de todos los que deciden adoptar. Sepan que tienen, por primera vez, una organización que está para representarlos y para que nunca más se sientan solos en este camino.
Luchamos por más familias reencontradas, por más niños creciendo rodeados de amor y acompañamos en todas las instancias, desde la propia experiencia, … desde el corazón.
Ariel Vijarra