Córdoba, Brujas, 2004


Como su título lo indica, se trata de un compendio de cartas que enviaron combatientes desde la guerra de Malvinas allá por 1982 bien al sur del Atlántico. En realidad, se reproducen las conservadas en el Museo Nacional de Malvinas, sito en la localidad de Oliva, Provincia de Córdoba. De hecho, según cuenta el prólogo del editor, el propio Museo se constituyó a partir de cartas que un niño de, por entonces, 12 años, escribió a los familiares de los combatientes muertos por el año 1982. Gabriel Fioni, de él se trata, al tiempo comenzó a recibir cartas y objetos para ser preservados en el constituido como Museo Nacional de Malvinas.
Cartas de Malvinas se conforma con trascripciones de cartas y reproducciones facsimilares de las mismas, escuetas anotaciones del editor y un recorrido determinante. Como en todo libro que reúne cierto corpus –selecciona, recorta, deja de lado-, en Cartas de Malvinas esto es fundamental. Pero no por otorgarle al texto un tinte belicista o patrioteril, sino más bien para documentar cierta percepción de la vida cotidiana en medio de la siempre tremenda guerra.

La situación aquí no es muy buena, y es en estos momentos en que uno efectúa balances y exámenes de conciencia, siempre partiendo de la realidad. Existe una total inoperancia e incapacidad por parte de la superioridad, sumado a que el enemigo está a 10 km con una fuerza de 2000 efectivos, el doble que nosotros. Todo esto me hace dudar mi pronto retorno y también mi futuro.

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