Santiago, 3 de junio 1991

Muy queridos Yole y Beltrán:
En realidad, esta no es una carta. Se las quedo debiendo para muy pronto. El viaje de Soledad se me vino encima sin darme cuenta. Estos últimos días han sido algo agitados. Tome durante 15 días una misión del Banco Mundial, que es la institución en la cual debo presentar el proyecto antes de fines de este año.  Fue tremendamente útil, ya que pudimos definir mucho mejor los diferentes y muy distintos componentes de esta solicitud de financiamiento: desde la protección de los bosques nativos, hasta la contaminación de ríos y lagos, pasando por preservar nuestros recursos marítimos que están en un estado calamitoso de fuerte explotación. El trabajo es hermoso y con un gran desafío, pero demandará de todos nosotros mucho esfuerzo.
Soledad les contará detalles de nuestra vida en Santiago, de los colegios y sus resultados. Ha hecho un esfuerzo maravilloso de adaptación y ha obtenido notas maravillosas en todas las materias. Lo que es digno de destacar entre las muchas cosas que suceden, es la preciosa amistad que ha surgido entre Soledad y María José. Se apoyan mutuamente y se acompañan en este proceso de adaptación al que ambas están sometidas. Por ello y, especialmente, por sus propios méritos y cualidades, he aprendido a querer a Soledad.
De Natacha he recibido varias tarjetas y cartas, con muchas noticias y con gran afecto, con lo cual me siento verdaderamente contento! Espero que pueda aprovechar bien su estadía en España y regresar a algo definido y que quiera hacer y desarrollar desde el fondo de su alma.
Me gustaría recibir mas letras de ustedes, contándome cómo están. Yo les recuerdo y quiero. Un gran abrazo a cada uno
Andrés