10 de mayo
Elba: Decíamos ayer… Paso a aclarar: no creo haberle trasmitido a mis hijos el amor por el periodismo, como creo que imaginás.
Ocurre que desde chicos vivieron en una casa con muchos libros y muchos diarios, y que a cada rato escuchaban dichos y chimentos (sobre periodismo) que nos cruzábamos con su madre.
Solían acostumbrarse de que nosotros estuviéramos en contacto con gente que ellos solo veían por televisión: por ejemplo, con Alfredo Alcón, con Alfonsín, con Favaloro, con futbolistas… O sea que eso los encandiló e hicieron todo lo posible (sin ayuda de sus progenitores) de meterse en este oficio. Y lo hicieron con éxito. La madre es Dionisia Fontán, con larga trayectoria en periodismo gráfico y radial, con quien yo estuve casado entre 1962 y 1985 (¡uf, cuánto tiempo!) y con quien hoy mantengo estrecha amistad.
Disolvimos el matrimonio porque nos declaramos un poco aburridos el uno del otro. Nos dimos la mano y firmamos el divorcio. Lo que me contás sobre tus hijas avala mi suposición de que el matrimonio es una institución en bancarrota, sobre todo desde que las mujeres ya no habitan solo la cocina y el dormitorio hogareños, como nuestras abuelas. Dejemos para próximos capítulos el tema de los desafíos que deberá afrontar el gobierno venidero (el de la educación es gravísimo). No me será fácil sintetizar el argumento de la novela que estoy escribiendo y que es la quinta. Lo intentaré, con esfuerzo. Otro tema pendiente es el de los viajes, que es uno de los mayores atractivos que dispensa el periodismo. Gracias a él viaje cinco veces a Europa.
Hasta pronto. Cariños. N