Mi querido Darwin:

Antes de entrar en el asunto inmediato de esta carta, compartamos el duelo por la pérdida de nuestro inestimable amigo Ramsay, el pobre, de cuya muerte sin duda habrá sabido usted mucho antes de estas letras. No abundaré en este asunto penoso, pues confío en verle pronto, con la plena convicción de que aprovechará con gozo la oferta que es probable que se le haga de un viaje a Terra [sic] del Fuego y vuelta, pasando por las Indias Orientales; Peacock —que leerá y reenviará esto desde Londres— me ha pedido que le recomiende un naturalista, como compañero del capt. FitzRoy, a quien el gobierno ha encargado examinar la extremidad sur de América; he respondido que entiendo que Vd. es la persona mejor cualificada que yo conozco que es probable que emprenda tal circunstancia, no partiendo de la idea de que sea Vd. un naturalista ya perfecto, sino plenamente cualificado para coleccionar, observar y anotar cuanto haya de interés en el campo de la historia natural. Peacock tiene el nombramiento a su disposición y si no logra hallar a un hombre dispuesto a ocupar tal posición, es probable que la ocasión se pierda; el capt. F. quiere a un hombre (entiendo) más como compañero que como simple coleccionista, y no aceptaría a ningún naturalista, por excelente que fuera, que no se le recomendara asimismo como caballero. Sobre los particulares del salario, etc., no sé nada. El viaje ha de durar dos años y, si Vd. lleva consigo una gran cantidad de libros, podrá hacer cuanto le venga de grado; dispondrá de oportunidades en abundancia. En suma, sospecho que nunca hubo ocasión más idónea para un hombre de celo y espíritu. El capt. F. es joven. Lo que deseo que haga es que acuda al instante a la ciudad y consulte con Peacock (en el n.º 7 de la calle Suffolk, Pall Mall East, o si no en el Club Universitario) para conocer todos los detalles. No deje que la modestia le haga dudar o temer sobre su cualificación; le aseguro que a mi juicio Vd. es la representación misma del hombre que buscan; siéntase pues con el espaldarazo de este su cordial amigo Bum-Bailiff.

J. S. Henslow