Estimado presidente electo de la Nación, doctor Alberto Fernández:

Mi nombre es Juan Sklar, soy escritor, columnista de radio y entre las varias ocupaciones que tengo está la de analizar dibujos animados. El viernes pasado un montón de amigos y conocidos me escribieron contándome que usted había hecho una referencia al conejo Bugs Bunny.

Debo admitir que no coincido con su lectura de los Looney Tunes y los dibujos de Warner Brothers. Con respecto a Disney estamos un poco más cerca. En cualquier caso, siempre es una buena noticia que nuestro presidente electo valore el poder de la cultura popular y el cine infantil.

Los dibujos animados han cambiado mucho en los últimos años. Hoy en día Warner Brothers no opina lo que opinaba Warner Brothers cuando produjo al conejo Bugs Bunny. Walt Disney Studios ha mutado casi por completo su esquema ideológico.

Pero los dibujos animados siguen siendo un reflejo de las sociedades que los producen. Siguen siendo una manera de difundir una visión de mundo. Y celebro profundamente que usted lo sepa. El cine de animación no es solo propaganda simbólica. Es una herramienta de autoconocimiento social, es un vehículo de diálogo entre generaciones, es una de las maneras en que los niños construyen su identidad. Es un espejo.

Hoy nuestro espejo es importado casi por completo. Mi hijo yo yo disfrutamos muchísimo de esa producción extranjera. Pero hay temas y preocupaciones de los niños y niñas argentinas que ese espejo no muestra.

La situación del país es delicada y no sé si mis deseos podrán ser cumplidos. No por eso voy a dejar de expresarlos. Un Instituto de Cine y Artes Audiovisuales independiente y robusto que asista a la producción local. Una señal Paka Paka que genere nuevos contenidos en abundancia. La vuelta de La Asombrosa Excursión de Zamba. Algo me dice que estos también son sus deseos.

Antes de que ningún genio de los radares ideológicos levante el dedo le digo: también quiero más películas como Metegol. Ojalá Juan José Campanella y 100 Bares produjeran una película animada cada año y que todas las productoras privadas se sigan nutriendo con egresados de nuestra Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica.

Antes de que ningún genio paladín del libre mercado abra la boca le digo: Walt Disney Studios y Warner Brothers son compañías que recibieron ayuda directa de instituciones gubernamentales de los Estados Unidos. Sin su ayuda no hubieran pasado de la década del 50.

Estimado presidente electo. No. Querido Alberto.

Estamos de acuerdo: Los dibujos animados son un elemento clave en el desarrollo de los chicos. El Estado Nacional hace bien en financiar producciones que considere necesarias para ese desarrollo. Pero hay que actualizar las herramientas filosóficas con las que nos acercamos a la animación. Necesitamos un nuevo enfoque crítico. Para que padres y maestros discutamos esos dibujos, entre nosotros y con los chicos. Para que el Estado use sus recursos con inteligencia. Para que la producción local sepa dónde y cómo dialogar con los gigantes de la animación. Para saber qué temas no se tocan. Para que el espejo de los niños argentinos sea un poco más fiel.

Sin otro particular, lo saluda atentamente,

Juan Sklar