6-IX-1919

Sr. D. Angel de Apraiz:

Me disponía a contestar a su carta, mi querido amigo, cuando he aquí que tengo que empezar por afligirle. Ayer acompañamos a su último reposadero el cuerpo del pobre Angel Ledesma. Se ha muerto de tifoidea (?) en pocos días y por poco no se muere en el monasterio de la Peña de Francia, de donde le trajeron ya muy malo. Mi opinión es que venía malo de hacía tiempo, de algo del estómago o del vientre. Su irritabilidad y excitación de los últimos meses, durante su pleito de la auxiliaría, era ya algo patológico. Pobre muchacho! Morirse así, a los 26 años! Ha sido una pena, una grandísima pena. Y parece que ha sufrido horriblemente. Que Dios le haya acogido!
Pero como los vivos, una vez enterrados piadosamente los muertos, tenemos que vivir, voy a lo que me dice. Acepto desde luego y en principio eso de las conferencias de otoño o invierno próximos y veré de preparar algo sereno y lo menos de batalla posible. Conozco a Saroïhandy.
Acaso dé mis conferencias sobre el dialecto especial del castellano (??) que se hablaba en Bilbao siendo yo niño y sobre lo que en él influía el vascuence. Con mis recuerdos y apuntes y los libros de Emiliano de Arriaga, del P. de Múgica y del P. Lecanda tengo bastante; sobre todo mis recuerdos. Hay cosas curiosísimas, como el diminutivo en -lo. También tengo ganas de criticar el método vicioso con que Azcue hizo su Diccionario metiéndose a seleccionar y a excluir aquel elemento de origen latino que hay en el vascuence que por ser antiquísimo se ha asimilado aél. Porque luego de excluir goldari por ej. o gauza o errege se admite mendi que pudiera ser del mismo origen.
Otra cosa. Entre mis libros han aparecido dos que no sé si se estimarán como rarezas de biblioteca. Son:
«Jesu-Christoren/ imitacionea/ M. Chourio Don ibaneco Erretorac/
escararat itçulia/»etc., Bayonan, MDCCLXIX (1769).
y
«Philotea ledo devocionareco bidel erakusçaillea/ S. Franses
Salescoac/…», M. Joannes de Haraneder, Donibaneco/Jaun Appheçac
Berriro Escararat itculia/ Tolosan, MDCCXLIX (1744).
Me los dio, hace más de 30 años un amigo y compañero mío, Fagoaga, de Lesaca, de quien no he vuelto a saber. Los encontró entre los libros de un tío suyo, cura, que murió en Lesaca hace ese tiempo. Entérese de sise les da valor por la rareza de los ejemplares. Yo los creía perdidos y han reaparecido.
Me dijeron lo de que pedía Ud. la plaza de Barcelona. Yo siento que se vaya Ud. de aquí pero… como tampoco yo estoy seguro de quedarme mucho tiempo… Tengo aquí raíces pero comprendo que-me debo ir. Le debo mucho a Salamanca –aunque menos que ella a mí, sin modestia– pero empieza a perjudicarme esto. Además, cada vez me siento más
distanciado de la Universidad. Los que yo hice se han desparramado por ahí. A mi familia, además, le conviene que me vaya a Madrid. Veremos. Sabe cuan de veras es su amigo

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