Señorita Nomfundo Mandela
8115 Orlando Oeste
Johannesburgo

8 de septiembre de 1969

Mi querida mtshana:

Me quedé horrorizado cuando supe que tú, una niña, una muchachita, has estado viviendo solita durante los últimos cuatro meses en una ciudad tan dura y cruel como Johannesburgo, expuesta a todo tipo de peligros; y que quienes se llevaron de su casa a tu tita ni siquiera tomaron la más simple y razonable de las precauciones para asegurarse de que, como mínimo, estarías a salvo y dispondrías de alguna persona adulta que se hiciera cargo de ti y de la casa. Cómo ibas a obtener comida, comprar ropa y jabón, ir y volver de casa a la escuela, pagar la cuota escolar y los libros, y todas esas cosas que una chiquilla de tu edad necesita… es algo que esa gente no consideró su problema. Puedo imaginarme muy bien lo duras y difíciles que son ahora las cosas para ti. Tareas domésticas como cocinar, limpiar la casa y sacar el polvo al porche de la entrada debes hacerlas tú sola, y eso no te debe de dejar casi tiempo para ocuparte de tus tareas escolares. Añádele a esto la presión de tantas horas de soledad, la incertidumbre de no saber cuándo regresará tu tita a casa y el miedo a lo desconocido. Quizá algunos días te despiertes por la mañana para ir a la escuela sin haber comido nada, o sin haber bebido té, porque no tienes dinero para comprar carne, leche, huevos, pan, azúcar, mantequilla, harina de maíz, carbón o parafina.

Es posible que, más de una vez, te hayas quedado sentada largo rato preguntándote por qué eres tan desgraciada, comparándote con los niños felices y bien alimentados con los que te encuentras en la escuela y en Soweto, niños que viven con sus padres, que están siempre llenos de risas, que no han sufrido un solo día en toda su vida y que no tienen ninguno de los problemas que ahora te preocupan. Puede ser que a veces dudes de si alguna vez nos volverás a ver a tu tita y a mí, y te debe de resultar difícil entender cómo puede existir tanto sufrimiento en el mundo cristiano del siglo XX. Ha habido momentos en mi vida en que, a pesar de mi mucha edad, yo también he sentido esas dudas y dificultades. La poquita educación que tengo me permite seguir con verdadero interés el progreso que ha hecho el hombre en su millón de años de historia sobre la Tierra, evolucionando desde el salvaje retrógrado y supersticioso hasta el individuo culto que se supone que es hoy en día. Y aun así, las crueles vivencias que tú y otros miembros de la familia habéis soportado, y el sufrimiento y miseria que han provocado, hacen que me pregunte si es correcto hablar de ningún ser humano como un ser cristiano o civilizado. Hoy eres una huérfana que vive la mayor parte del día sumida en la soledad, la tristeza y el miedo porque tu tita y yo, que estamos vivos y coleando, y que te habríamos dado las oportunidades que te mereces, hemos sido encarcelados por otros seres humanos, por nuestros propios compatriotas, que, como verdaderos cristianos y seres civilizados, deberían tratarnos con amor y con bondad. Nos apresaron y nos metieron en la cárcel no porque hayamos matado, robado o cometido ningún otro crimen terrible, sino porque defendemos la verdad, la justicia, el honor y nuestros principios, y porque nunca aceptaremos que ningún ser humano sea superior a nosotros. Si tanto yo como tu tía Nobandla debiéramos pasar nuestra vida entera aquí encerrados y no pudiéramos verte nunca jamás, si nunca más tuviéramos la oportunidad de mandarte a la universidad como habíamos deseado o de pagarte una boda decente cuando llegara el momento de casarte o de ayudarte a construir tu propio hogar… entonces, querida mtshana, sabrás como mínimo nuestra verdadera historia. No será porque no os quisiéramos a ti, a Kgatho, Maki, Zeni y Zindzi, o porque no fuéramos conscientes de nuestros deberes como padres. Será porque os queremos tanto que no podíamos permitir que en vuestro propio país os fueran negados los derechos y las oportunidades de que han disfrutado durante siglos los seres humanos en otros lugares. Esta es la razón que explica por qué somos prisioneros, por qué estamos tan lejos de casa y por qué ahora te encuentras sola en el número 8115 de Orlando Oeste.

Sean cuales sean las dificultades a las que te enfrentes ahora, mtshana, no te desalientes y no abandones tus estudios. Aunque estemos en la cárcel, haremos todo lo posible para que sigas en la escuela y llegues a la universidad. Asegúrate de aprobar a finales de año. Aunque estés pasando por grandes dificultades en el momento presente, no te morirás de hambre o de soledad. Sisi Tellie, el tío Marsh y la tía Niki siempre estarán dispuestos a ayudarte. Además, tenemos amigos, como la tía Gladys, en quien puedes confiar cuando necesites consejo o asistencia. Un día regresaremos a casa y tú, como hacen los demás niños de tu escuela y de Soweto, vivirás feliz con nosotros. Ya se habrán acabado tu soledad, tu miseria y tu miedo a lo desconocido, y se habrán terminado los peligros a los que ahora estás expuesta. Deberás esforzarte menos de lo que haces ahora, comerás mejor y podrás reír de puro placer. Mientras tanto, queremos que sepas que estamos muy orgullosos de tenerte como nuestra mtshana, una chica tan lista y valiente como tú, y nada nos gustaría tanto como saber que has aprobado los exámenes.

Mi amor y mis más afectuosos saludos a Kgatho, Maki, Zeni, Zindzi, Matsobiyane, y a Sisi Tellie, el tío Marsh, la tía Niki y a la tía Gladys.

¡Suerte! Mucho, mucho amor, mtshana.

Tu Malume