Julio 11- 1957
Elba:
Por lo que me dices en el último párrafo de tu carta debo interpretar que existe la posibilidad de encontrarnos en un futuro cercano. 
Quizá haya interpretado “demasiado bien” lo que me dices, pero de todas maneras quiero prometerte todo mi tiempo, que nunca utilizaré mejor ni con más agrado. 
Me hablas en tu carta (que por muchas cosas es la mejor que recibi de ti) sobre nuestra situación de amigos. Tienes razón. Las amistades tienen una vida animal: nacen, gozan su momento de esplendor, luego enferman y por último y casi sin sentirlo, expiran. Nos decimos todo, nos hacemos cómplices de nuestras angustias, compartimos dulcemente todas nuestras alegrías. Un día ese cáncer que es el hastío comienza a flagelarnos y ya entonces no habrá posibilidad de cura. 
Lo sé. Lo sé positivamente aún cuando a veces me niego a aceptarlo. Dar la espalda a la evidencia es privativo de los que sueñan, aman u odian; de los que hacen de la ilusión un peldaño entre la vida de todos los días y sus más caros anhelos. 
Acepto que este carteo no se puede prolongar indefinidamente, mas no quiero renunciar a él- salvo que tú lo prefieras- como medio de nuestro acercamiento. Renunciar a algo que forma parte de nuestro patrimonio afectivo equivale a suicidarse parcialmente. Es como quedar lisiado del espíritu. 
A veces en la oficina dejo la lapicera y me pongo a pensar. Por ejemplo, pienso en ti. No logro formarme una imagen acabada. Es extraño; cuando nos veamos vamos a tener que hablar y decir lo que pensamos para conocernos. Pienso en ti y eso me estimula; me digo: “esta noche le escribiré a la muchacha del Tandil soleado” y soy feliz. O sino pienso que tú no sabes bailar y que “cuando eras más joven” pensabas en la idiotez del baile, y eso me reconforta y me alegra. Es porque aborrezco la trivialidad y quiero a quienes comparten mi intransigencia. 
Frívolo, con toda su secuela de posturas sociales, me crispa los nervios. En ocasiones me dan ganas de ser brutal y de decir groserías. 
Aprecio tu opinión sobre el cuento y sobre los señores que comandan muestras publicitarias. Son exponentes de una oligarquía intelectual quebradiza e inoperante que acabará hundiéndose y aplastándolos. Ya pasó en Francia y pasa en Estados Unidos. Nosotros somos un país bárbaro ¿qué pretendemos?
Por otra parte cuando uno sabe lo que quiere no debe procurárselo mientras no sea por los medios naturales. ¿Crees tú que debería insistir para que me publiquen “sin amor”?
El 9 del corriente ví “Baby Doll” película de Elia Kayan (“Al este del paraíso”), escrita por Tenesse Williams e interpretada brillantemente por Carrol Baber, una “muñequita” que hará ruborizar a cuanta tía soltera vaya a admirarla. 
Ví “Calígula” de Camus en el Instituto de Arte Moderno. Una pieza viríl. Lástima que el elenco no se ajuste del todo a sus exigencias, salvo en el caso de la pareja protagónica, de Ignacio Quiróz sobre todo, cuyo trabajo es loable. 
Me invitaron a ver “Placer en Las Vegas” -una revista norteamericana que actúa en el Teatro Opera- pero aún no he ido. ¿Sabes cuanto cuesta la platea? La módica suma de $200- (Yo pregunté si en el precio venía incluído alguna corista).
Con respecto a mi famosa obra “El horizonte es curvo” cumplo en aclararte: me inspiré en la frasesita que aludes pero la escribí inferenciado en su forma por “Esperando a Godot”, cuya representación produjo en mí una impresión que tardaré en olvidar. 
Me place que estás leyendo “Demian”, obra que se gusta plenamente desde la primera página y para toda la vida. Léela lentamente, no como una novela; paladéalo, exprímelo, y dime luego si no te sientes más fuerte y mejor dispuesta para afrontar las dificultades y los riesgos corrientes. 
Estimada Elba: en mi reloj son las dos y media de la mañana. He estado con una gente integrante de un cine-club. Me han entusiasmado y quizá trabaje con ellos. Veremos que pasa. 
Hasta la próxima, entonces. 
Norberto.
Dos palabras más: he releído la carta. En la página dos pongo que odio lo trivial no obstante son mis pensamientos de la oficina trivialidad pura. ¿Te das cuenta? Y tú tienes la culpa… Ya no sé ni lo que digo.
Y ahora sí: con todo cariño
N.