Agosto 23 – 1960
Elba:
Imagino que ya tendrás alguna noticia mía por intermedio de Emilse, con quien estuve dos o tres días, de a ratos, charlando, viendo cine e interiorizándola (no sé hasta que punto saturándola) sobre literatura y temas análogos. Fuimos a ver una horrible película (“Otra vez… con amor”, con Kay Kendall) y una obra de teatro (“Vidas privadas”, de Noel Coward) bastante pasable.
Le dí un ejemplar de “El grillo” para que te lo hiciera llegar.
Lamenté mucho que vos no hicieras el viaje con ella. Me dijo (¿soy infidente?) que vos no pensás venir por estos lados hasta que yo no vaya por aquellos. Tengo una tía que piensa igual que vos. Ella tiene un tan estricto sentido del protocolo que uno nunca sabe cuánto hay de fórmula en sus visitas y cuánto de obligación de corresponder.
Espero viajar a ésa apenas se presenten una racha de feriaditos, cosa de no pasarme todo el tiempo viajando. Tengo muchos deseos de tomarme un descanso – por breve que sea – lejos de este remolino que es la redacción y en general la vida en Buenos Aires.
La vida en la Editorial se ha complicado últimamente. Ya sabrás, tal vez, que volviendo a las andades he sido designado delegado de redacción. Esto, por un lado me asegura cierta estabilidad, pero por el otro me indispone definitivamente contra los nuevos patrones. Habrá que volver a la relación patronal-laboral de las viejas épocas. Lo lamento porque esto puede afectar un desenvolvimiento en un medio que me resulta muy grato, pero juzgo que es absolutamente necesario. Estos patrones estan ubicados, nomás, en patrones, y creen que una redacción es una fábrica o algo así.
He tenido, personalmente, y delante de todo el personal de redacción, una agria disputa con el señor Estevez, presidente del actual directorio. Nos llamó para anunciarnos que deberíamos cumplir un horario riguroso y que para su control nos colocarían un reloj.
EL: ¿Alguien quiere decir algo?
YO: Si… Que eso me parece ofensivo. Como patrón no tiene derecho a coartar la libertad de quienes no han hecho abuso de ella.
EL: Si usted cumple, en nada puede afectarle este control.
YO: Me afecta, si, porque nuestro trabajo no puede medirse con el patrón “tiempo”. Lo que usted conseguirá es que nosotros nos ajustemos a un horario y le privemos de toda colaboración.
EL: El suyo es un caso “anímico”.
YO: Mi trabajo es “anímico”. No es acumulativo, como el del empleado, ni sujeto a una matriz, como el del obrero.
EL: Entonces usted sabe lo que le conviene…
YO: Lo que me conviene es trabajar. Pero desde hoy tendré la obligación y no el gusto de trabajar para Vea y Lea.
Después comenzaron a hablar los demás, y el asunto, en ese mismo tono, derivó hacia otros problemas. De allí fuimos al Sindicato de Prensa donde actualmente tramitamos una reunión con el Ministerio de Trabajo. Segun los abogados tenemos un factor que nos protege: los derechos adquiridos. Nunca se fichó ningún reloj, de manera que – aparentemente – no puede obligárselos a hacerlo.
El profesor Vicente Fattone, a quien vos te referís en tu carta, es quien hace para Vea y Lea la sección “Entretenimientos”. Pero esto él no quiere que se sepa.
Espero que te haya gustado la nota de Jutrovich sobre la situación docente. Con carácter de chisme puedo adelantarte que hay dos corrientes en el gobierno, la que propicia Alsogaray (¡que se muevan los maestros!) y la que sustentan ciertos parlamentarios (UCRP y algunos de UCRI), que no comulgan con el credo Cívico Independiente. El chisme es éste: va a ganar Alsogaray si los docentes no hacen sentir a la opinión popular la fuerza de su movimiento.
Porque es evidente esto: al gobierno no le interesa gastar plata en educación. El gremio docente no piensa lo que el de luz y fuerza. Pero hay algo que puede doblegarlo: “el qué dirán” del pueblo y la repercución internacional que puede tener una huelga de maestros. Naturalmente, al gobierno no le gusta desprestigiarse ante otros gobiernos. Eso tienen que explotarlo los maestros, sobre todo porque tienen la prensa de su lado y los acompaña – incondicionalmente – la simpatía de quien los observa.
Muy otro fue el problema bancario y mucho costó inclinar “el corazoncito” del pueblo en su favor (como del todo conseguida).
Pero los maestros son tan asquerosamente gallinas (salvo Elba Gianibelli y algún otro) que dudo aprovechen esta coyuntura.
Estoy escribiendo un cuento, “Catarsis”, cuya primera parte (sin pulir) leí a Emilse. Tengo idea de que se ha horrorizado por los muy breves comentarios que hizo.
No he (?) en el trabajo que preparamos (con dos colaboradores de la revista) para lea televisión.
He terminado de leer “Higiene y patología sexual”, un libro sencillamente extraordinario, de John Oliven, un profesor de la Universidad de Columbia. Ya leerás la crítica en “Estante de librería”.
Actualmente, con un poco de esfuerzo (uno resulta pesado) estoy leyendo “Los mandarines”, de Simone de Beauvoir. El próximo será “Tres cuentos sin amor”, de Martinez Estrada, regalo de una admiradora.
Estimada Elba, saluda a tu madre, a quien espero conocer la vez que te visite (aunque tal vez este deseo no sea recíproco). Uno nunca sabe…
Con todo afecto
Norberto