Noviembre 4 – 1957
Elba:
Creo haberte hablado ya de lo mucho que me asombra que tantas cosas le fracasen a uno, aun cuando se cuente con voluntad, recursos, y todos los esfuerzos puestos en su procura. Digo esto por lo siguiente: el sábado estuve en Mar del Plata por cuestiones de familia (tengo unos tíos hoteleros) y luego de haber hecho algunos trámites, fuí a la estación de micros pues pensaba trasladarme a Tandil. Conseguí un boleto en la línea «El Rápido» para el domingo (ayer) a las 7 de la mañana.
Hasta ahí, todo perfecto. Pero después consulté en el F.C Roca y me informaron que de Tandil a Bs Aires hay tren todos los días pero solamente a las 14 hs.
Es decir, llegaría a ésa a las 11 y tendría que partir tres horas después, ya que hoy lunes, debería encontrarme en la oficina.
Pensé que no sería cuerdo hacerte una visita solo para interrumpirte el almuerzo; de manera que volví a «El Rápido» para solicitarle me canjeara el pasaje por otro que me permitiera, por lo menos, pasar la mañana en Tandil. Pero como te dije, no había otros horarios disponibles, así es que me devolvieron el dinero, que al rato transformé en fichas y se evaporó en un santiamén.
En suma, pasé en Mar del Plata dos días aburridos, sin alternativas, bastante disgustado por haber perdido esta buena oportunidad de sorprenderte con mi visita. (Ya me imaginaba parado frente a tu puerta, con un susto terrible, con el corazón batiendo records de velocidad y la cabeza – que a veces piensa- empeñada en sabotearme.)
Pero nada ha ocurrido. Ya he vuelto a las 75 pulsaciones por minuto.
Mientras escribo releo tu carta (la tengo aquí al lado) y me detengo en cierto párrafo en el que aludes a nuestra amistad. Debo decirte que estoy muy contento, orgulloso diría, de que «ésto» exista. De que tú y yo estemos conectados por una orda de afinidades que ninguno de los dos podría negar nunca, aun cuando el tan mentado destinado depare nuestro distanciamiento.
Personalmente opino que suponer tal cosa es una utopía, que nosotros idealizaremos el profanado concepto de la amistad, puesto que no nos rige sino un entendimiento instintivo y un natural anhelo de comprendernos. No hay intereses vulgares ni mezquindad de por medio. No nos mueve ningún afán material. Admitido, claro, que se es espiritualmente puro cuando no queda otro remedio; cuando las circunstancias así lo obligan.
Pero así y todo, y conociéndome como me conozco, puedo garantizarte la sinceridad de la elevación de la amistad que a tí te profeso.
Si no te enojas, puedo aplicar aquí lo que he escrito una vez: nosotros hemos concebido ya un hijo esencialmente perfecto, como ningún otro, como no podrá concebirlo quien no aliente dentro de sí el caro sentimiento de la comprensión. Nuestro hijo son nuestras cartas, la profunda dimensión de nuestros anhelos, el sentirnos correspondidos por encima de todo lo doméstico y trivial y absurdo, el estar juntos sin que importen las distancias que nos separan, el pensar en tí y en mí como en una misma cosa. Todo ésto y el ansia por hacer de uno un intento hacia lo fundamental, es decir, el deseo por superarse, son pruebas de que la paternidad existe. De que ese «ser» nació, nos mira, necesitamos alimentarlo, y lo que es más importante, servirles de ejemplo.
Siempre pensé que cuando dos personas se unen de alguna manera (aún cuando sean dos hombres o dos mujeres), de esa unión nace un hijo ideal, a imagen y semejanza del sentimiento que lo inspiró. El nuestro pués tendrá ojos de mirar a la distancia y vivirá junto al mar.
Siento mucho haber ocupado tanto espacio en hablar de cosas que tienen apenas un valor personal, pero me sucede que puesto a escribir pierdo el control de la paciencia ajena.
Quería contarte que ví «Ricardo III». La película no me pareció tan buena como «Hamlet», pero igualmente es muy digna de verse. El tecnicolor no le sienta bien a Schakespeare. Lawrence Oliver me gustó mucho; creo que su «Ricardo» salió perfecto y que con su arte capeó la dificultad que significa el componer la personalidad de ese tipo taimado y contrahecho cuya única ambición era llegar a ocupar el trono de Inglaterra.
Ví «El jardinero español» en base a la novela de Cronin. Bastante buena. Una película para padres que no comprenden a sus niños. Yo la recomendé a ciertos parientes, amigos y vecinos. Espero que aprendan algo de lo mucho que allí se enseña.
Te adjunto un recorte del diario «La razón.» Creo que te interesa.
Espero con muchas ganas tus cartas pero no por eso quiero que descuides tus obligaciones. Cuéntame como te va en los estudios.
Hasta la próximas. No sabes con cuámnnto cariño
Norberto
¡Que memoria! Lee el «Vea y lea» del 31-oct-57